A TRAVÉS DE LA ANTIGUA PERSIA



En el año 559 a.C. asumió el trono de Persia Ciro II de la dinastía aqueménida. Hasta ese momento los persas eran nominalmente súbditos de los medos. Con Ciro esto cambió, puesto que independizó al país y lanzó a continuación una guerra de conquista contra sus antiguos amos.
A pesar de haberlos derrotado, Ciro les permitió seguir ocupando cargos y mantener cierta autonomía. Luego se dedicó a conquistar las zonas del Asia Central y la frontera con la India, donde se fundaron ciudades y se construyeron fortificaciones para proteger el Imperio frente a los ataques de los nómadas del Asia Central. A continuación, las fuerzas persas pasaron a la ofensiva en Asia Menor y subyugaron el reino de Lidia, cuyo rey era el famoso Creso. Esta zona junto con Jonia estaba poblada por griegos o tenía influencia griega, lo que hizo que la población fuera levantisca.
Después de un periodo sin guerras, los persas atacaron Babilonia, apoderándose además de toda la Mesopotamia, Siria y Palestina. Los persas liberaron a los israelitas de su cautiverio en Babilonia y en muchas zonas fueron recibidos como libertadores. Luego de estas campañas falleció Ciro II y le sucedió en el trono Cambises, que conquistó Egipto, pero los egipcios nunca aceptaron el dominio persa, por lo que eran frecuentes las conspiraciones y los alzamientos. En varias oportunidades se sublevaron, logrando recuperar su independencia por algún tiempo.
También las zonas griegas del Asia Menor se sublevaron entre el 499 y el 494 a.C. con ayuda de los griegos de Europa, especialmente de Atenas, lo que llevó a los persas a tratar de eliminar la amenaza griega en dos oportunidades, fracasando estrepitosamente.
A partir de la derrota en Grecia, los griegos con sus recursos limitados pasaron a la ofensiva, atacando en algunos puntos o apoyando a los revoltosos en otros, sin dañar demasiado al Imperio aqueménida. Los persas hábilmente promovieron la rivalidad entre Atenas y Esparta.
Los persas llegaron a ocupar territorios desde el norte de Grecia hasta el río Indo y el Amu Daria, incluyendo Tracia, Egipto, Oriente Medio, Asia Menor y el Cáucaso.
Desde Ciro II hasta Artajerjes I fueron los grandes líderes del Imperio persa, que al final sucumbió ante el macedonio Alejandro Magno, pero los persas dejaron para la eternidad increíbles ciudades, fortificaciones y otros monumentos como muestra de su interesante cultura. 

ISFAHÁN : LA JOYA DE IRÁN
Isfahán es una de las ciudades históricas más importantes, además de la tercera mayor urbe del país. Sus orígenes se remontan a más de 2.700 años, cuando era un emplazamiento judío. Fue saqueada por los ejércitos musulmanes en el año 640, posteriormente por los mongoles en 1241 y más tarde por Timur.
El esplendor de Isfahán llegó durante la reconstrucción por parte del monarca safávida Shah Abbas I, quien trasladó aquí su capital en 1591. Entre los monumentos de este periodo figuran palacios, grandes mezquitas, minaretes, puentes cubiertos y caravansares, muchos de los cuales están considerados como obras maestras del arte islámico en la actualidad. Tras la derrocamiento de los safávidas, la ciudad entró en decadencia cuando los qajar trasladaron la capital a Teherán.
Isfahán tiene una larga tradición de fabricación de alfombras de gran calidad y de artesanía de plata. Su impresionante arquitectura, sus avenidas flanqueadas por árboles y el ritmo de vida relajado que se respira en ella, la convierten en una ciudad de visita ineludible.
La Mezquita del Viernes es un edificio que muestra un esquema clásico. Sus elementos más característicos son sus dos cúpulas, ambas del siglo XV. La de los Viernes original del siglo XI, fue epicentro ciudadano y ha sufrido modificaciones distintas que la transforman en un observatorio de la evolución de la arquitectura religiosa del país. Tiene un inmenso patio, con su estanque de mármol y un viejo vestíbulo, además de un bosque de columnas que data del año 1088.
Mezquita Sheik Lotfollah. El monarca Shah Abbas I ordenó la construcción de una pequeña mezquita en la plaza del Imam. La fachada es interesante y su interior notabilísimo. Es de 1602 y significa una auténtica joya de diseño. Los colores azul turquesa y rosa sobre fondos amarillos dominan la fachada. No cuenta con un gran patio ni minaretes. Más que una gran mezquita se trata de un oratorio familiar. Entre la belleza decorativa hay que situar los mosaicos y estalactitas de un mihrab, que le dan una visión original. Todo en el edificio respira sosiego y paz espiritual.
Mezquita del Imam. Se trata de una obra maestra de la arquitectura. Antiguamente se la llamaba mezquita real. Fue construida entre 1612 y 1638. El refinamiento de su decoración es magistral y muestra la plenitud de su policromía safávida. La mayor parte del edificio está cubierta por azulejos esmaltados, en los que se reitera la poética admiración persa hacia las flores. La cúpula es notable por su colorido y elegancia decorativa. Los minaretes que la flanquean alcanzan los 40 metros de altura, en tanto que los del santuario llegan hasta los 54 metros.
Los minaretes oscilantes. Es una obra sencilla, aparentemente con una característica extraña y aun inexplicada por las leyes físicas. El minarete se puede agitar desde dentro, generándose una vibración que se transmite a la otra torrecilla, en medio de cierto pánico de los visitantes que piensan que la edificación puede doblarse en cualquier momento. Estos sencillos minaretes están al lado de la tumba de Abe Abdullah, más conocido como Menar Yomban, y se hallan a seis kilómetros al este de la ciudad de Isfahán.
Catedral Vank. Este es el templo de los cristianos armenios en Irán. Se trata de una obra primitiva, pero llena de sabor y arcaísmo. Data del año 1655 y es un compendio en el que se sintetizan conceptos cristianos armenios con el arte de las mezquitas del periodo safávida. Cuenta con un museo en su interior.
La grandiosa plaza del Imam es rectangular y en 1979 mereció ser catalogada como bien cultural del Patrimonio de la Humanidad, honor que en Irán tienen el zigurat de Chogha Zanbil y Persépolis. La plaza mide algo más de medio kilómetros de largo por 165 metros de ancho, lo que la sitúa como una de las mayores del mundo. Data de 1612 y se encuentra perfectamente urbanizada, siguiendo una planificación muy original.
Los monarcas safávidas utilizaban la plaza como campo de polo. En torno a ella se alinean varios de los edificios más representativos de la ciudad. Sus 8.000 metros cuadrados (el doble que la plaza Roja de Moscú, por ejemplo), la transforman en un centro múltiple donde antaño se hallaban charlatanes, poetas y predicadores. Hoy su público está más bien guiado por el recreo y la compra de todo tipo de artículos.
Palacio Ali Ghapu. Este gran edificio de Isfahán data del siglo XVII y es, sin duda, una obra maestra del periodo safávida. Tiene seis pisos y alcanza una altura de 48 metros. Cada planta posee un estilo de decoración propio, destacando la riqueza decorativa, escayola, mosaico y madera. El amplio vestíbulo de recepción tiene capacidad para unas doscientas personas y está delicadamente decorado con relieves policromados. Las habitaciones tienen muchos elementos de interés en los detalles de acabados y dibujos. Desde este palacio se tienen excelentes vistas hacia la plaza del Imam.
Palacio Hasht Best. El nombre de este palacio significa “los ocho del paraíso”. Se trata de una obra de planta octogonal, cuatro lados largos y cuatro chaflanes cortos. Tiene dos pisos. El palacio fue construido en 1669 en tiempos del Sha Soleiman.
Palacio Chehel Sofun. Fue construido por el Sha Abbas II en el año 1667, en el final del periodo safávida. Se trata de uno de los mejores exponentes de la arquitectura real persa. Era el lugar de recepción de las delegaciones extranjeras. Sus veinte columnas revestidas con espejos y metales, y sus murales históricos son elementos de mucho interés.
El Gran Bazar de Isfahán es de visita obligada. En él se aprecia la vida de la ciudad, sus colores, sus olores, sus trasiegos constantes. Goza de renombre por ser uno de los mejores de Oriente y está situado junto a la plaza Queisareh.
Destaca por su artesanía en oro y plata, esmaltes, alfombras, marroquinería, antigüedades, pinturas en miniatura y objetos de incrustación. Resulta un espectáculo contemplar el ir y venir de la gente y el ambiente que generan. El recorrido por el bazar, desde la plaza del Imam hasta la Mezquita del Viernes puede alcanzar los cinco kilómetros, con patios y callejones llenos de ambientes por completo distintos.
Existen bellos puentes en Isfahan y cabe destacar el de Si-o-Seh Pol que tiene 33 arcos y fue construido por orden del Sha Abbas I en 1602. Es uno de los símbolos de Isfahán. El puente Khaju data de 1650 y tiene 132 metros de largo. En el piso inferior existe una curiosa casa de té, al lado mismo de la corriente del Zayandehrud.

KASHAN
Es una ciudad de la provincia de Isfahán. La etimología de su nombre viene de la palabra persa Kshi, que significa azulejo. Kashan es la primera de una serie de grandes oasis a lo largo de la carretera que va de Qom a Kermán, por el borde de los desiertos centrales de Irán. Su encanto se debe principalmente al contraste entre las inmensidades resecas del desierto y el verdor del oasis.
Los descubrimientos arqueológicos en las colinas de Sialk que quedan a unos cuatro kilómetros al oeste de la ciudad y revelan que esta región fue uno de los primeros centros de civilización en la época prehistórica. Por lo tanto, Kashan se remonta al periodo elamita de Irán. El zigurat del Sialk aún permanece en pie en la actualidad en los suburbios de Kashan, después de 7.000 años.
Los objetos descubiertos en Sialk se encuentran en el museo del Louvre de París, en el museo metropolitano de Nueva York y en el Museo Nacional de Irán. Según algunos relatos, Kashan sería el origen de los Reyes Magos que siguieron la estrella que los guió hasta Belén para testimoniar el nacimiento de Jesús, tal y como se dice en los Evangelios cristianos. Con independencia de la validez histórica de tal aseveración, la atribución de Kashan como lugar del que serían originarios, acredita el prestigio de la ciudad en la época en que se comenzó a narrar la historia.
El sultán Malik Shah I de la dinastía selyúcida ordenó la construcción de una fortaleza en medio de Kashan en el siglo XI. Las paredes de la fortaleza, llamada Ghaleh Jalai, aún permanecen en pie.
A destacar el bazar de Kashan. Es un gran mercado situado en el centro de la ciudad. Se supone que fue construido en la época de los safávidas. Una parte que se llama Timche-ye Amín-al-Dowleh es peculiar por su arquitectura. En ella, en 1800 se construyó un gran pozo.
En la actualidad el bazar está en pleno funcionamiento y aparte del mercado, el complejo tiene mezquitas, cementerios, caravansares, galerías, baños y depósitos de agua. Cada monumento se construyó en dinastías y épocas diferentes.
Mezquita de Mir Mahmud. En una mequita antigua que está a la salida de la plaza Meydan-e-Feyz y fue construida por el ministerio Hodja Emad-e-ddin Mahmud. Sobre todo es peculiar la entrada a la mezquita. En el interior se sitúa el patio que tiene un pequeño estanque. La cátedra de la mezquita está cubierta con adornos esmaltados y en las paredes sobre las piezas de piedra están tallados los nombres de los gobernantes iraníes.
Merecen también una detallada visita en Kashan el caravanserai Amin al Dowleh; la mezquita y el mausoleo de Agha Bozorg; la casa familiar de Ameri; la casa de Abbasi y la de Tabatabai; los jardines Fin; los yacimientos Tappeh Sialk y el zigurat Sialk.

MASHHAD
Es la segunda mayor ciudad del país y el destino de peregrinación más importante, ya que recibe a más de doce millones de visitantes cada año. En la antigüedad, la provincia de Khorasán englobaba áreas de Afganistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán, y ha destacado históricamente como centro del arte y de la erudición. También es cuna de muchos grandes poetas y escritores iraníes. La historia reciente de esta zona está asociada a la dinastía afsárida (1747-1736) y numerosos monumentos históricos se remontan a esta época.
Como destino de peregrinación, Mashhad es el lugar de la muerte (que muchos consideran martirio) del Imam Reza, el octavo Imam chií, que murió asesinado aquí en el año 818. Mashhad “lugar de martirio” fue el nombre que se le dio a su tumba.
La población de la ciudad aumentó notablemente en la década de 1980, cuando los refugiados huyeron hacia el este durante la guerra entre Irán e Irak.
Mashhad está considerada como una de las ciudades más sagradas de Irán con su hermoso, enorme y siempre cambiante santuario Imam Reza.
El Complejo Santuario de Imam Reza se ha desarrollado en el lugar de la tumba del Imam octavo, en lo que fue en el momento de su muerte en 818 el pueblo de Sanabad. En el siglo X, la ciudad adquirió el nombra Mashhad “lugar de martirio” (utilizado por cualquier entierro de un mártir musulmán) y se convirtió en el lugar más sagrado de Persia.
Muy relevante y digno de visitarse es el mausoleo Khaje Rabi, situado en mitad de un bello y tranquilo jardín. Fue erigido en el siglo XVII y se considera una de las construcciones más importantes de Shah Abbas I.
Siguiendo este recorrido por algunas de las ciudades más importantes en esta ruta persa, no deben omitirse enclaves como Hamedan (a 400 kilómetros de Teherán); Ahvaz, capital de la provincia de Khuzestán; y finalmente Tabriz, la cuarta mayor ciudad del país y una de las capitales históricas. 
Refiriéndose a las ruinas de la antigua Persépolis y otras muchas ciudades, muchos son los expertos que han coincidido en afirmar que nunca en la antigüedad, el arte había dado muestras de tal audacia.

(Ver interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)