SAHARA



- 2ª Parte -
 
BEREBERES, ÁRABES, TURCOS Y EUROPEOS
Una civilización urbana, los Garamantes, se alzó hacia el 500 a.C. en el corazón del Sahara, en un valle que se conoce en la actualidad como Wadi al-Ajal en Fezán (Libia). Los Garamantes lograron este desarrollo gracias a la excavación de túneles profundos en las montañas que flanquean el valle para obtener agua fósil y conducirla hasta sus campos.
Los Garamantes crecieron en número y fortaleza, conquistando a sus vecinos y capturando multitud de esclavos (que eran utilizados en el trabajo de la excavación de nuevos túneles). Los antiguos griegos y romanos supieron de los Garamantes, viéndolos como nómadas incivilizados. Sin embargo, comerciaron con ellos, habiéndose encontrado unas termas romanas en la capital de los Garamantes, Garama.
Los arqueólogos han encontrado ocho ciudades principales y multitud de otros asentamientos importantes en el territorio de los Garamantes. Cuando toda el agua disponible en los acuíferos fue agotada, la civilización de los Garamantes se colapsó, no pudiendo permitirse la continuación de extender túneles en las montañas.
Los bereberes ocuparon (y todavía ocupan) buena parte del Sahara. Los bereberes Garamantes construyeron un próspero imperio en el corazón del desierto. Los nómadas tuareg han continuado hasta el presente, habitando y moviéndose a través de amplias áreas del Sahara.
El imperio bizantino controló las costas del norte del Sahara desde el siglo V hasta el siglo VII. Cuando la conquista musulmana del Magreb comenzó entre mediados del silgo VII y comienzos del VIII. La influencia árabe e islámica se expandió rápidamente por todo el Sahara. Hacia el final del año 641 todo Egipto estaba en manos árabes. El comercio a través del desierto se intensificó. Los reinos del Sahel, especialmente el imperio de Ghana y el imperio de Mali, aumentaron su riqueza y fortaleza gracias a la exportación de oro y sal hacia el norte de África. Los emiratos que se sucedían a través de la costa del Mediterráneo enviaban bienes manufacturados y caballos hacia el sur. Desde el propio Sahara se exportaba sal. Este proceso convirtió a las dispersas comunidades de los oasis en centros comerciales y los trajo bajo el control de los imperios que se asentaban en los límites del desierto. A través del desierto tenía lugar un importante comercio de esclavos. Se estima que desde el siglo X y hasta el siglo XIX, entre 6.000 y 7.000 se transportaron hacia el norte cada año.
El comercio a través del Sahara persistió durante muchos siglos hasta que el desarrollo en Europa de la carabela permitió que los barcos, inicialmente desde Portugal y pronto desde toda Europa Occidental, navegaran alrededor del desierto y se hicieran con los recursos desde su fuente, la región de Guinea. El Sahara fue pronto marginalizado.
Desde el siglo XCVI, la zona norte del Sahara, comprendiendo áreas costeras de las actuales Argelia y Túnez, así como partes de la actual Libia, junto al reino semi-áutónomo de Egipto, fueron ocupados por el Imperio Otomano. Desde el año 1517, Egipto pasó a considerarse como parte del Imperio turco, propiedad que les permitió a éstos controlar el Valle del Nilo, el Mediterráneo oriental y el norte de África. El beneficio de estas conquistas para los otomanos fue considerable, permitiéndoles libertad de movimiento para sus ciudadanos y bienes. El comercio aprovechó las rutas terrestres otomanas para llevar oro desde África. El árabe continuó siendo la lengua local y la cultura islámica se reforzó, las regiones del Sahel y del sur del Sahara acogieron a numerosos estados independientes así como clanes tuareg nómadas.

EL COLONIALISMO EUROPEO
La exploración moderna del Sahara fue iniciada bajo los auspicios de la Association for promoting the discovery of the interior parts of África, fundada en 1788 y transformada en 1830 en la Royal Geographical Society.
Pronto surgieron los primeros y avezados aventureros que cruzaron o intentaron cruzar el desierto del Sahara. Friedrich Hornemann fue el primero que lo intentó de norte a sur (1798-1800), pero murió poco antes de llegar al Níger. Oudney, Denham y Clapperton (1822-1824) realizaron la primera travesía. La exploración científica comenzó en 1850 con los trabajos de los grandes exploradores alemanes Heinrich Barth, Gustav Nachtigal, Oskar Lenz y otros. Los representantes franceses  y entre ellos en primer lugar Emile Félix Gautier llegaron a ser los que hicieron una mayor contribución del conocimiento geográfico del gran desierto.
El colonialismo europeo en el Sahara comenzó en el siglo XIX. Francia conquistó la regencia de Argel de los Otomanos en 1830, y el mando francés se expandió hacia el sur desde Argelia y hacia el este desde Senegal hacia el Alto Níger para incluir lo que actualmente es Argelia, Chad, Malí que entonces se conocía como Sudán francés e incluía Tombuctú, Mauritania, Marruecos en 1912), Níger y Túnez (desde 1881). Para el comienzo del siglo XX, el comercio transahariano había decaído de forma significativa, ya que los bienes habían empezado a trasladarse mediante métodos modernos más eficientes, como el avión, en vez de a través del desierto en caravanas de camellos.
El imperio colonial francés era entonces la fuerza dominante en el Sahara.
Egipto bajo Muhammad Ahmad y sus sucesores, conquistaron Nubia en 1820-22 fundando Kartoum en 1823 y conquistando posteriormente Darfur en 1874. Egipto, incluyendo Sudán, se convirtió en un protectorado británico en 1882. Egipto y el Reino Unido perdieron el control de Sudán entre 1882 y 1898 como consecuencia de la guerra del Mahdi. Tras su captura por las tropas británicas en 1898, Sudán pasó a ser un condominio anglo-egipcio.
España capturó el actual Sahara Occidental en 1874, aunque Rio del Oro siguió principalmente bajo la influencia tuareg. En 1912, Italia se hizo con partes de lo que se conoce actualmente como Libia de los otomanos.
Para promover la religión católica en el desierto, el Papa Pio IX designó a un delegado apostólico del Sahara y Sudán en 1868.
Egipto se independizó de Gran Bretaña en 1936, aunque el Tratado anglo-egipcio le permitió a Inglaterra mantener tropas en Egipto y el condominio anglo-egipcio en el Sudán. Las fuerzas militares británicas dejaron el país en 1954.
La mayor parte de los estados del Sahara lograron la independencia tras la Segunda Guerra Mundial: Libia en 1951, Marruecos, Sudan y Túnez en 1956, Chad, Malí, Mauritania y Níger en 1960 y Argelia en 1962. España salió del Sahara Occidental en 1975, y éste quedó dividido entre Mauritania y Marruecos. Mauritania lo dejó en 1979 y Marruecos sigue manteniéndose en su territorio.
En la era posterior a la Segunda Guerra Mundial, multitud de estudios se han desarrollado para utilizar los recursos naturales del desierto. Entre estos se encuentran importantes yacimientos de petróleo y gas natural en Argelia y Libia, y también importantes depósitos de fosfatos en Marruecos y Sahara Occidental.
Por lo que respecta a los dialectos árabes, éstos son los más hablados en el Sahara, desde el Atlántico al Mar Rojo. Los pueblos bereberes se encuentran desde Egipto occidental hasta Marruecos, incluyendo los pastores tuareg del Sahara central.
Los pueblos beja viven en las colinas del Mar Rojo, del sureste de Egipto y de Sudán oriental.
Árabe, bereber y sus variantes reagrupadas bajo el término amazigh (que incluye el idioma aborigen hablado por los habitantes bereberes originales de las islas Canarias) y los idiomas de los beja son parte de la familia de lenguas afroasiáticas o hamito-semíticas.

A TRAVÉS DEL SAHARA
En las rutas transaharianas son multitud las ciudades-oasis importantes y vale la pena ir conociendo algunos de estos enclaves míticos y milenarios.
Aún hoy resulta frecuente contemplar algunas caravanas de camellos que, cuando el sol adquiere un intenso color rojo en el horizonte y mientras aparece la luna de pálido azul, como enigmáticas sombras que proceden de lejanas tierras, más allá de la inmensidad arenosa, se aproximan a los oasis en busca del descanso reparador para el cuerpo y la paz del espíritu, envueltos en el suave manto de la noche sahariana.
Al sur de la ciudad roja de Marrakech, en el Alto Atlas, existen varios puntos de indudable interés.

MARRUECOS
Ouarzazate, también conocida como La puerta del desierto forma parte de la región de Souss-Massa-Draa y es frecuentada por el llamado turismo de aventura, dada su proximidad al Atlas y al valle del río Draa.
Su nombre procede del bereber y significa “sin ruido”. En cuanto a Tourit que es el nombre de su kasbah o alcazaba, hace referencia en el bereber regional a que se eleva sobre un montículo.
En tiempos pasados, Ouarzazate fue un pequeño punto de travesía para los comerciantes africanos que intentaban alcanzar ciudades norteñas de Marruecos y Europa. Durante el periodo colonial francés, creció de forma considerable como ciudad de abastecimiento, siendo además un centro administrativo y posta de aduanas.
Situadas en el lado este de las montañas del Alto Atlas de Marruecos, las Gargantas del Todra son reconocidas mundialmente por ser uno de los cañones rocosos más espectaculares. Estas gargantas se encuentran a tan solo unos veinticinco kilómetros al norte de la ciudad de Tinghir. La carretera que conduce a las gargantas ofrece preciosos paisajes como Assoul o Ighri, así como una bella vista del majestuoso palmeral.
Su agua es cristalina y limpia. Los acantilados de la garganta cada año atraen a muchísimos escaladores que vienen a disfrutar de su pasión. Las gargantas, aunque están situadas en una zona remota de Marruecos, es un destino turístico muy popular y que ha crecido mucho en las últimos años, equipándose con diferentes rutas de senderismo y un camino de tierra en buen estado que los visitantes pueden recorrer, a pesar de tenerlo que compartir con mulas y otros animales de carga.
En esta ruta no hay que perderse una parada para contemplar el ksar de Ait Ben Hadou, reducto bereber que ha sido escenario de infinidad de películas y está considerado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Erfoud es una ciudad que está muy cerca de la frontera con Argelia, en el área de Meknes-Tafilalet del Marruecos oriental. Debido a la proximidad de Merzouga, pueblo de desierto en las dunas de Erg Chebbi, Erfoud ha desarrollado una importante industria turística con buena infraestructura hotelera.
A cuarenta y cinco kilómetros de Erfoud, el pueblo más famoso de Erg Chebbi, Merzouga cuenta con el mayor cuerpo natural de agua de Marruecos y en más de una ocasión ha sufrido importantes inundaciones.
Las dunas de Merzouga son un atractivo especial para quienes conocer de cerca el Sahara, aparte de que también se han convertido en objeto de filmación por muchos directores de cine.
A pesar de estar en el desierto, es un pueblo muy preparado para el turismo con hoteles adaptados a cualquier tipo de visitante.

TÚNEZ
Verdes oasis salpicando el árido paisaje, el ardiente sol, palmeras que se mecen al viento, senderos agrestes, espectaculares desfiladeros, caravanas de camellos cuyas siluetas se recortan en un horizonte infinito de mares de arena y aventura… Es el gran sur tunecino, incomparable escenario que suscita mil fantasías.
No es preciso ser un consumado aventurero para aproximarse a los oasis tunecinos, los cuales aunque puedan parecer similares no lo son en absoluto, cada uno tiene sus características diferentes y, muy especialmente, aquellos que están en las escarpadas montañas, entre desfiladeros. Son de una belleza inigualable.
Chebika, Tamerza, Mides… Verdaderos nidos de águilas, refugios bereberes, pintorescos paisajes bíblicos rodeados de torrentes y cascadas de agua templada y verdes palmeras cuajadas de dátiles que se agitan levemente con la brisa del atardecer. Todo ello en la proximidad del desierto y lejos de la civilización.
El Bled Jerid se extiende sobre el istmo que separa dos grandes lagos salados, el chott Jerid y el chott El Gharsa, y es la frontera entre las llanuras y el desierto. En esta zona, antiguo enclave de caravanas, se concentra la producción de dátiles y sus oasis son, sin duda alguna, los mejores de Túnez.
Tozeur, capital de la región y una de las perlas del Jerid, es una ciudad única por su especial encanto.

ARGELIA
Dos nombres míticos en las rutas saharianas son el macizo de Ahaggar y Tamanrasset, ubicados al sur de Argelia.
Atravesado por el trópico de Cáncer, a ochenta kilómetros al norte de Tamanrasset, el macizo del Hoggar cubre un área aproximadamente de 540.000 kilómetros cuadrados, casi un tercio de la superficie total de Argelia. Al este de Tamanrasset se eleva a más de 2.000 metros de altitud una meseta erosionada de unos 250 kilómetros de diámetro compuesta por coladas de lava, el Atakor de Hoggar, sobre la que destacan volcanes a una altitud cercana a los 3.000 metros. El punto culminante del macizo es el monte Tahat con 2.918 metros, que también es la montaña más alta del país.
El macizo de Ahaggar o bien Hoggar, como se prefiera, es la tierra del pueblo imuhagh, una tribu del pueblo tuareg. El oasis de Abalasa, próximo a la ciudad de Tamanrasset es el lugar donde se encuentra la tumba de la reina Tin Hinan quien, según la leyenda, vino de las montañas Tafilalet, región de la cordillera del Atlas en Marruecos.
El ardiente sol argelino, las interminables dunas, horizontes infinitos, verdes oasis, solitarias palmeras que se mecen con la suave brisa del atardecer, la luna sobre un pálido azul, los castillos del desierto… Desolados mundos de recóndita belleza.

NÍGER
Agades es una ciudad situada en el desierto del Sahara, en el centro de Níger y en la región denominada Azbine. Fue fundada antes del siglo XIV y gradualmente fue convirtiéndose en la ciudad más importante de los tuareg. Creció gracias al transporte y el comercio sahariano. Su economía está basada en la sal de Bilma que traen las caravanas.
Muy a menudo en Agades en el borde del desierto del famoso Teneré, es el punto de partida de lo que los migrantes subsaharianos denominan “el camino del infierno” es decir la travesía del desierto de Libia hasta Sabha. Se trata de una extensión de terreno muy difícil de cruzar, a cargo de los traficantes, y por desgracia, muchas personas no consiguen atravesarlo. Hay un testimonio de un joven que sí logró atravesarlo y describió este desierto como un cementerio debido a la gran cantidad de cadáveres que vió.
Una parte de la región del Teneré fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, conjuntamente con las montañas de Air, con el nombre de Reservas Naturales del Air y el Teneré.
El arte rupestre del Sahara central y oriental debe su fama principalmente a los frescos de Tassili n’Ajjer, pero también es muy abundante en Ahaggar, Tibesti, Bourkou y Ennedi.
Esta zona de Agades y el Teneré tiene un clima muy riguroso, muy a pesar de ello la región se tiene constancia de que ha estado habitada desde el Paleolítico, hace al menos 60.000 años.

CHAD
En esta relación de enclaves míticos del Sahara no puede faltar la Guelta d’Archei, al noreste del Chad. Se encuentra en la meseta de Ennedi, al sureste de la ciudad de Fada. Está habitada por varios tipos de animales, especialmente el cocodrilo del Nilo.
Los restos del Holoceno medio, así como las pinturas rupestres, indican que esta especie una vez prosperó en la mayor parte del desierto del Sahara actual y en los pantanos y ríos a lo largo de las costas del sur del Mediterráneo.
El pequeño grupo de cocodrilos supervivientes en la Guelta d’Archei, representa una de las últimas colonias conocidas en el Sahara de hoy. Es un lugar estéril, lejos de caminos trillados. Alcanzarlo por tierra requiere un vehículo todo-terreno y por lo menos cuatro días de viaje desde N’Djamena, la capital del Chad.
En pocos lugares del mundo, el viajero occidental encuentra ocasión de someterse a una experiencia tan intensa como apasionante.
Horas y más horas de horizontes infinitos, de pensamientos perdidos, quizá sueños inalcanzables. Un tiempo vacío, de reflexión, de inmensas dudas, de tribulaciones y sosiego al mismo tiempo, hasta encontrar la auténtica paz interior. Una búsqueda de la felicidad eliminando el sufrimiento.
Un viaje al mítico desierto del Sahara puede ser una incursión a lo más profundo de la mente, al encuentro de uno mismo. Una experiencia, sin duda, inolvidable.

(Ver interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)