África
es una tierra misteriosa y fascinante en la que se aglutinan los más variados y
violentos contrastes, desde la selva húmeda del nordeste del Congo y Rwanda
hasta los inhóspitos desiertos del Sahara o el Kalahari, la gran sabana, las
áreas pantanosas del Okawango e incluso las cumbres heladas del Kilimanjaro.
Todo un abanico geográfico con los climas más extremos que da lugar a una
extraordinaria amalgama de fauna y flora, al margen de infinidad de grupos
étnicos, ritos y costumbres. Este extraño continente continúa encerrando muchos
misterios aún no descifrados, no en balde los nativos siguen efectuando
diabólicos pactos para tratar de subsistir, recelando de los hombres blancos y
con pavor a sus dioses a los que no ven, pero cuyo poder temen.
Durante
siglos, el litoral del este africano ejerció de punto de partida para
adentrarse en el interior de la llamada “tierra tenebrosa”. Primero fueron los
mercaderes árabes a la caza de esclavos, marfil, sal y copra, para embarcarse
en Zanzíbar en ruta hacia Arabia y Europa. Posteriormente, el descubrimiento de
las fuentes del Nilo fue uno de los sueños de los grandes exploradores. Hombres
como Livingstone, Stanley, Speke, Burton, Grant y tantos otros empezaron a
realizar hallazgos sorprendentes en este inmenso territorio. Sin embargo, la
verdadera historia comenzó mucho antes, millones de siglos antes…
EN EL CORAZÓN DE KENYA
Ubicado
en el Valle del Rift, la Gran Falla
Africana, y en un área natural protegida en Kenya de unos 168 kilómetros cuadrados,
limitada por el río Ewaso Ng’iro y los montes Koitogor y Ololokwe, se ubica la Reserva Nacional de Samburu,
muy cerca de otros parques adyacentes como Buffalo Springs, Laikipia y Shaba.
El
nombre de Samburu proviene de la etnia que habita el territorio, muy vinculada
directamente con otro pueblo nilótico, los masai.
No
obstante su reducida dimensión, el parque comprende diversos hábitats, en
altitudes comprendidas entre los 800 msnm (en las proximidades del Ewaso Ng’iro
y 1230 msnm (en el monte Koitogor). Incluye floresta ribereña, floresta de
palmera dum y acacias, y tres tipos de sabana: arbolada, arbustiva y plana.
La
reserva tiene escasas vías de comunicación y poca densidad poblacional, lo que
la convierte en muy apta para la vida salvaje.
Dentro
del parque se encuentran operando varias estructuras de hospedaje, dedicadas
esencialmente al safari fotográfico: el Samburu Lodge, el Samburu Serena Lodge,
el Samburu River Lodge y el Larsens Tended Campo.
EL REFUGIO DE LOS MÍTICOS SAMBURU
A
los Samburu se les conoce por muchos nombres. Sampur,
Burkeneji, Lokop, Chamus, e Ilcamus. En
otro tiempo eran conocidos como Loibor Kineji (pueblos de las cabras blancas),
pero ellos mismos suelen llamarse a sí mismos como Loikop.
Su idioma es nilótico del grupo Maa,
al igual que los masai y con el cual
tienen un 87% de similitudes en el léxico y la escritura lingüística.
Se les localiza preferentemente en el
distrito Samburu, sur y este del lago Baringo, en el corazón del Valle del
Rift. Sus pueblos vecinos son los propios masai,
nandi y luo.
La historia del pueblo Samburu está
unida hasta épocas muy recientes a la de los masai, compartiendo con éstos prácticamente toda su cultura.
Son fundamentalmente ganaderos,
criando ganado vacuno, cabras y ovejas, y más recientemente camellos. La
agricultura, que no resulta fácil en una región tan árida, ocupa a una parte
muy pequeña de su población, cultivando maíz y algunos vegetales. Las manadas
de vacas son más un símbolo de riqueza, teniendo un cierto carácter sagrado, que
un bien destinado a su alimentación. De hecho, sólo matan una vaca cuando se
encuentran perdidos, han sido robados, para subsistir durante la estación seca
o cuando enferman.
Una parte de su tiempo está destinado
al aprovisionamiento de determinadas plantas y raíces silvestres que se usan
tanto en la alimentación como medicinas.
Las ocho grandes familias
patrilineales y los diecisiete pequeños clanes en que se divide el pueblo
Samburu viven en pequeños reductos o manyattas
de entre cuatro y seis familias. Las viviendas bajas en las que viven y el
corral para el ganado está rodeado por un cerco de espinos (mboo). Los muchachos jóvenes cuidan de
las cabras y ovejas, mientras los guerreros jóvenes (il-murran) cuidan de los rebaños de vacas.
El poder político de los Samburu está
en las manos de los Consejos de los líderes masculinos de cada clan que son
quienes toman las decisiones que afectan a la comunidad.
La dieta habitual consiste en una
mezcla de leche de vaca con sangre, a la que le añaden algunas raíces y harina.
La carne, bien de cabra o de oveja, es más una comida especial que un alimento
diario.
Como en otros pueblos vecinos, los
muchachos Samburu (ilayeni) son
circundados para pasar a la edad del guerrero (il-murran). Estas ceremonias y las correspondientes al paso de un
grupo de edad a un estado superior se celebran durante ciertas fases de la luna
en cabañas construidas para la ocasión (lorora).
Con sus cabezas afeitadas, cada iniciado se sienta sobre una piel de buey,
delante de la casa de su madre. Sujetado por dos compañeros que le acompañarán
durante toda la ceremonia iniciática, se procede a la circuncisión. Después,
toda la comunidad participa en los cantos y bailes.
Durante un tiempo, los muchachos salen
a cazar pequeños pájaros para coleccionar sus plumas con las que se adornarán
en adelante. Un mes más tarde, el muchacho se habrá convertido en il-murran y se le permitirá ponerse el
ocre rojo que los distingue como auténticos guerreros.
Cinco años más tarde el grupo
celebrará la ceremonia llamada ilmugit
lenkarna y pasarán a un estadio superior, continuando aún considerados como
il-murran. En otros seis años, el
grupo de edad pasará la ceremonia ilmugit
lolaingoni que les permitirá casarse. En esta ocasión la fiesta es más
importante e incluirá la matanza de un buey como banquete. A partir de entonces
el grupo de edad empezará a participar en las decisiones de la comunidad.
Los Samburu también suelen practicar
circuncisión en las muchachas (algo que desde el gobierno se intenta acabar) a
la misma edad que los muchachos.
Aunque culturalmente están muy cerca
de los masai, no tienen fama de ser
un pueblo guerrero agresivo como éstos, sino que valoran el respeto (nkanyit) y la tolerancia hacia los
demás.
Existe algún pequeño grupo que es
católico, pero la mayoría mantiene su religión tradicional en la que el
sacerdote o gran laibon continúa
contando con el respeto social.
Por lo general, avanzan en solitario o a lo
sumo en reducido grupo, caminan con peculiar arrogancia, sin vacilar, vestidos
con ropas llamativas y luciendo infinidad de collares y pinturas en el rostro y
extremidades. Su aspecto inspira en principio un cierto temor y, sobre todo,
mucho respeto. Al igual que los masai,
en territorio Samburu, sus gentes tratan
de desenvolverse fieles a sus principios y tradiciones, defendiendo con orgullo
su hábitat cada vez más asediado y reducido. Sin duda alguna, parece poco menos
que increíble que a estas alturas, cuando estamos en pleno siglo XXI, aún
existan sobre la tierra gentes con tan marcadas características ancestrales.
FAUNA
SALVAJE
La fauna mayoritaria abarca desde
elefantes, búfalos cafre, cebras de Grévy, numerosas especies de gacelas,
impalas, antílopes acuáticos, y entre los felinos los más numerosos suelen ser los
leones, leopardos y guepardos, al margen de cocodrilos e hipopótamos y una gran
cantidad de especies de aves.
Entre los colosos, los rinocerontes no
son demasiado frecuentes, aunque los hay, y en ello mucho ha tenido que ver la
enorme caza incontrolada que se ha llevado a cabo en los últimos años y ha movido a los responsables de algunos
países a proteger buena parte de su territorio con cuerpos especializados de
anti-furtivos y tratando de vigilar, pese a no disponer de muchos medios, las
posibles rutas del tráfico de marfil y pieles, las cuales suelen discurrir
hacia la República Democrática del Congo (antigua Zaire) y Zambia.
En lo referente a los elefantes cabe
una posible excepción y ésta es el área de Manyara (Tanzania), más hacia el
sur, donde se asegura que existe la mayor concentración de paquidermos por
kilómetro cuadrado que se puede hallar en el continente africano.
De todas formas, pese a que hablar de
parques nacionales y citar nombres míticos en la
Gran Falla como Serengeti, Manyara, Masai
Mara, Tsavo, Amboseli, Virunga, Ngorongoro… Todos ellos más hacia el sur y
sudoeste del continente africano, es sinónimo de reservas donde habita una gran
mayoría de especies de animales salvajes, en realidad muchas de ellas se
encuentran en la actualidad en peligro de extinción. No es una exageración, es
una palpable realidad.
En territorio Samburu
existe un proyecto para llevar agua a miles de puntos, a través de grandes
pozos con los que empiece a mejorar la calidad de vida de las gentes que
habitan esta zona tan desprotegida de África.
El mundo del cine y los escritores a través
de sus relatos han popularizado la vida y costumbres de los Samburu, de alguna
manera hemos irrumpido en su tierra, pero ellos ya se han habituado a la
presencia de los blancos. Ahora, una vez vulnerada su primitiva intimidad, en
ocasiones acceden a ser fotografiados a cambio de algún dinero, sin embargo,
siguen mostrándose reacios en su mayoría al contacto con curiosos y extraños.
El safari incruento de la fotografía ha
venido a suplir en las últimas décadas a las cacerías y expediciones de antaño,
siendo el principal atractivo para el viajero que se desplaza a este bello
rincón del África Oriental.
(Ver interesante colección gráfica de
este reportaje en GALERIA DE FOTOS)