DOMUS TEMPLI



LA RUTA TEMPLARIA EN LA CORONA DE ARAGÓN


La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón, también llamada Orden del Temple cuyos miembros son conocidos como Caballeros Templarios, fue una de las más poderosas Órdenes militares cristianas de la Edad Media. Se mantuvo activa durante algo menos de dos siglos, siendo fundada en 1119 por nueve caballeros franceses liderados por Hugo de Payns tras la Primera Cruzada. Su propósito original era proteger las vidas de los cristianos que peregrinaban a Jerusalén tras su conquista. La Orden fue reconocida por el patriarca latino de Jerusalén Garmond de Picquigny, que le impuso como regla la de los canónigos agustinos del Santo Sepulcro.
Aprobada oficialmente por la Iglesia Católica en 1129, durante el Concilio de Troyes (celebrado en la catedral de la misma ciudad), la Orden del Temple creció rápidamente en tamaño y poder. Los Caballeros Templarios tenían como distintivo un manto blanco con una cruz roja dibujada en él. Militarmente, sus miembros se encontraban entre las unidades mejor entrenadas que participaron en las Cruzadas. Los miembros no combatientes de la Orden gestionaron una compleja estructura económica dentro del mundo cristiano. Crearon, incluso, nuevas técnicas financieras que constituyeron una forma primitiva de la moderna entidad bancaria. La Orden, además, edificó una serie de fortificaciones por todo el mar Mediterráneo y Tierra Santa.
El éxito de los Templarios se vincula estrechamente a las Cruzadas. La pérdida de Tierra Santa derivó en la desaparición de los apoyos a la Orden. Además, los rumores generados en torno a la secreta ceremonia de iniciación de sus miembros crearon una gran desconfianza. Felipe IV de Francia, fuertemente endeudado con la Orden y atemorizado por su creciente poder, comenzó a presionar al papa Clemente V con el objeto de que tomara medidas contra sus integrantes. En 1307, un gran número de Templarios fueron apresados, inducidos a confesar bajo tortura y quemados en la hoguera. En 1312, el Papa Clemente V cedió a las presiones de Felipe IV y disolvió la Orden.
Su abrupta erradicación dio lugar a especulaciones y leyendas que han mantenido hasta nuestros días el nombre de los Caballeros Templarios.
Lo cierto es que la Orden del Temple siempre estuvo rodeada de secretos y un cierto misterio y, muy posiblemente, a pesar de los múltiples estudios que se han realizado al respecto, nunca queden desvelados.

LA RUTA DOMUS TEMPLI
La ruta Domus Templi avanza a través de tres territorios y une las ciudades de Monzón (Huesca), Lleida, Miravet (Tarragona), Tortosa (Tarragona) y Peñíscola (Castellón).
Domus Templi (las Casas del Temple) pretende ofrecer al visitante la posibilidad de descubrir la huella templaria en la Corona de Aragón. Se trata de un patrimonio arquitectónico e histórico de gran interés al que, hasta ahora, no se había prestado mucha atención.
La ruta recorre, básicamente, los escenarios de los siglos XI y XII, los territorios donde se fijó la frontera entre el mundo cristiano y el musulmán. Una zona de cruzadas que afectaba sobre todo a las riberas bajas de las cuencas del Cinca, del Segre y del Ebro.
En estos territorios, los Templarios llegaron a articular grandes dominios feudales, que eran administrados desde los principales centros de gestión o desde Encomiendas como las de Monzón, Gardeny, Miravet, Tortosa y Peñíscola.
Castillos, conventos, torres, cortijos, iglesias y conjuntos urbanos, la mayoría de los cuales han llegado hasta nuestros días, están presentes a lo largo de toda la ruta y son el mejor testimonio para descubrir la forma de vida de los Templarios de la Corona de Aragón.
Después de que la Iglesia europea reconociera la nueva Orden en el Concilio de Troyes (1129), contó con el apoyo intelectual del influyente abad cisterciense Bernardo de Claraval. Así, el Papa Inocencio II dotaba a los Templarios de los privilegios necesarios más importantes y, en 1147, Eugenio III les concedía el hábito distintivo con la capa blanca y la cruz roja.
Ya desde el principio fue muy bien acogida en Occidente, donde se alzaron numerosas Encomiendas para administrar los enormes beneficios recibidos. Hasta su disolución, llevada a cabo por Clemente V en 1314, el Temple creó una estructura de casi un millar de castillos, preceptorías y casas subsidiarias, cuyos ejemplos se pueden encontrar todavía en casi todos los países del Occidente cristiano y gran parte de Oriente Medio.
El Temple en la Corona de Aragón se estableció hacia el año 1130. La orden recibió todo tipo de privilegios de los distintos estamentos y de todas partes. La actitud generosa de nuestros soberanos y, sobre todo, la habilidad política de Ramón Berenguer IV, consiguió la vinculación templaria a la conquista cristiana. Participaron en las principales campañas militares de los siglos XII y XIII, que significaron la expansión territorial de la Corona. A cambio, el Temple recibió numerosas donaciones que le permitieron articular grandes dominios feudales. Estos dominios fueron administrados desde imponentes fortalezas, que conformaban las sedes de las principales Encomiendas de la Corona de Aragón.
Cuando, en 1307, el Papa ordenó la detención de los Templarios, aquellas fortalezas opusieron una resistencia tenaz, especialmente Monzón, Miravet y Peñíscola, que fueron tomadas después de un largo asedio.

M O N Z Ó N
Los Templarios recibieron el castillo de Monzón en 1143 y, un poco más tarde, la capilla real de San Juan. El rey Jaime I (1208-1276) fue educado en esta Encomienda bajo la tutela de Guillem de Mont-rodón. Este castillo fue el último bastión de la Orden, resistiendo heroicamente ante las tropas del rey Jaime II.
El conjunto conserva cinco torreones repartidos por el patio de armas. Alrededor de la torre del homenaje (siglos IX-X), que combina en sus muros los cantos rodados y la sillería, se sitúan el templo, el refectorio, los dormitorios y la torre de Jaime I.
El templo, de apariencia defensiva y que, actualmente, alberga un centro de interpretación dedicado a la Orden del Temple, contiene un túnel subterráneo con salida al exterior y con entrada desde el ábside. Las caballerizas, los cuerpos de guardia, el polvorín, las cisternas, los pasillos y las baterías defensivas (siglo XVIII) del cuartel de artillería completan el magnífico recinto muy bien conservado.
En todo Aragón, el Temple alcanzó una gran prosperidad y hegemonía. Tras la muerte de Alfonso el Batallador, que les legó parte de sus dominios, se inició una revuelta en la nobleza para dar continuidad al linaje. Pero los Templarios fueron resarcidos del incumplimiento del testamento del monarca y comenzó un periodo de colaboración de la Orden en la expansión del reino de Aragón.
La huella de los Templarios en la Corona de Aragón alcanza un especial protagonismo en esta ruta Domus Templi.
A pesar de sus ruinas, el castillo de Monzón adquiere el perfil de leyenda que deben tener los muros que forjaron la historia. La fortaleza se yergue en el centro de la ciudad y su iglesia contaba con túneles ahora bloqueados que conectaban con una casa que los Templarios tenían en el pueblo, con el río y una fuente. En los alrededores se encuentra el santuario de Nuestra Señora de la Alegría y los castillos gemelos de Belver y Chalamera.
El castillo de Monzón está declarado como Monumento Nacional.

G A R D E N Y
En el año 1149, un grupo de Caballeros Templarios que participó de forma activa en la cruzada contra la ciudad musulmana de Lleida recibía, en compensación, la colina de Gardeny; y un espacio en el que, hacia el año 1156, se levantaría un nuevo convento, la sede de una nueva Encomienda templaria. Con el tiempo, la Casa de Gardeny llegó a articular un gran patrimonio, que le permitió convertirse en uno de los principales centros de decisión de la Orden en la Corona de Aragón.
Inspirado en modelos de la arquitectura occitana, este convento todavía conserva parte de sus murallas, la torre habitación o donjon de dos plantas, la torre del homenaje adosada que albergaba las dependencias nobles de la casa y la iglesia conventual dedicada a Santa María, que conserva uno de los pocos testimonios en Europa, de pintura mural en edificios templarios.
Su centro de interpretación permite conocer la historia de la Casa Templaria de Gardeny.

M I R A V E T
Ramón Berenguer IV conquistó Miravet en el año 1153. Este territorio se convirtió en el distrito de La Ribera, del que dependían 27 casas y, más tarde, las Encomiendas de Horta y Ascó.
Miravet controlaba el paso fluvial y terrestre hacia el interior. También funcionaba como importante centro administrativo y político.
Los Templarios convirtieron el hisn andalusí en un innovador castillo-convento de estilo románico de transición y fórmulas cistercienses en el que se unen los conceptos militares y conventuales.
El conjunto conserva 14 dependencias ordenadas alrededor de un patio central en tres niveles (portería, aljibe, refectorio, bodega, silos, torre del tesoro, atrio, templo, sala del comendador, etc.). Las murallas se extienden por una peña sobre el río Ebro.
Por debajo queda la antigua alquería musulmana con la Església Vella y, en las afueras, Lo Pas de la Barca y el Raval dels Canterers, donde todavía sigue este oficio tan arraigado en Miravet.

T O R T O S A
La encomienda de Tortosa fue la primera que los Templarios instalaron en las tierras del bajo Ebro una vez conquistada la ciudad, en el año 1148, por Ramón Berenguer IV. La Orden del Temple tuvo en su poder, entre los años 1185 y 1294, el pleno dominio de la ciudad después de incrementar su patrimonio, en gran parte gracias a las donaciones del rey Alfonso II.
Los Templarios impulsaron la urbanización extramuros donde están situados actualmente los barrios de Sant Jaume, Remolins, Santa Clara y el Temple.
El topónimo Temple recuerda la ubicación de los terrenos donde tuvo su sede la Encomienda, construida estratégicamente junto al río, controlando el paso fluvial y la puerta principal de la ciudad.
A pesar de que el castillo de la Suda tiene un origen anterior al Temple, la Orden tuvo importantes obligaciones militares por la relevancia estratégica de la Encomienda, defendida, además, por torres como la del Prior y la de Font de Quinto, en los núcleos de Jesús y Campredó.

PEÑÍSCOLA
El castillo pontificio templario de Peñíscola se encuentra sobre una pequeña y rocosa península rodeada por las aguas del Mediterráneo y provista de un surtidor propio de agua dulce. Fue construido por la Orden del Temple entre 1294 y 1307, siguiendo el modelo de Miravet y manteniendo un efectivo estilo románico cisterciense de transición.
En la actualidad se puede considerar el castillo templario mejor conservado.
El conjunto forma un cuerpo superior flanqueado por cuatro torres y dispone de unas once dependencias (portería, cisterna, prisión, sala de armas, refectorio, cocina, templo, etc.) distribuidas en dos niveles, alrededor de un patio elevado.
Es famoso, además, por haber sido escogido por el Papa Luna como sede papal durante el Cisma de Occidente.
La cristiandad se levantó en armas y los santos batallones formados por la Orden del Temple en diferentes reinos europeos y convocados por el máximo representante de Dios en este mundo, se dirigieron a conquistar Tierra Santa de manos musulmanas, en diferentes cruzadas sucesivas.
El Domus Templi es el máximo exponente de la ruta de la Orden Templaria a lo largo y ancho de la Corona de Aragón, y muy interesante su visita.

(Ver interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)