UN PARAÍSO EN EL ÍNDICO
Cuando el viajero aterriza en la idílica
y exuberante Isla Mauricio normalmente suele olvidarse casi por completo de
todo. Por eso, si su plan de vacaciones incluye disfrutar al máximo de días de
relax absoluto en un entorno natural en el que reinan extensas playas de arena
blanca acariciadas por aguas traslúcidas, le resultará imposible no elegir
Mauricio para vivir un sueño del que no despertará hasta su regreso.
Y es que en realidad, a esta isla se va
a bucear en los arrecifes de coral que rodean la isla como una corona, nadar en
su mar de color turquesa, explorar su frondosa vegetación, paisajes lunares y
formaciones montañosas que emergen alrededor de su volcán extinto y pasar las
tardes enteras contemplando esta tierra de luz intensa, que parece sonrojarse
al llegar la hora del crepúsculo.
Pero no es lo único de lo que puede
presumir esta paradisíaca isla del Índico. Existen otras tentaciones como son sus
numerosos balnearios en los que se aplican desde los tradicionales masajes con
aceite de coco, a las más modernas técnicas como los rituales con cacao o con
piedras de lava de basalto y de mármol frías. O la exquisita gastronomía local,
en la que nunca falta arroz, pescado, pollo, tomate, cebolla, ajo y el
jengibre, estos últimos ingredientes utilizados para dar más sabor y color a la
delicatessen final.
Por supuesto, sin olvidar, el
atractivo de sus tierras coloreadas de Chamarel, el lago sagrado de Gran
Bassin, sus mercados tradicionales o sus celebraciones religiosas.
¿Alguien ha dicho que no existe el
paraíso?
UN
RINCÓN DE ENSUEÑO
Mucho se habla de este paraíso y no es
para menos. Esta maravillosa tierra cuenta con infinidad de playas de arena
blanca y recónditas calas, donde el visitante podrá pasar apaciblemente sus
vacaciones tumbado en una hamaca relajándose bajo la frondosa vegetación que
cubre parte de esta isla. Los casi setenta kilómetros de perímetro que tiene
Mauricio están bordeados por una barrera de arrecife de coral. Este fenómeno natural
hace que las aguas que están entre la costa y el arrecife sean tranquilas, de
escasa profundidad y de color turquesa. En la costa oeste y norte de la isla se
extienden playas sin ningún obstáculo y la distancia entre el arrecife y la
costa es de veinte kilómetros.
En la parte sur apenas existe barrera
coralina y el mar está revuelto. A escasos metros de la costa se encuentran
algunos islotes que tienen su origen en una antigua erupción volcánica. Algunos
de estos rincones del edén son el Coin de Mire, donde pueden descubrirse unos
acantilados de vértigo, y las islas de las Serpientes, Redonda, Plana y
Gabriel, habitadas por una gran variedad de reptiles y numerosas colonias de
aves.
Para los visitantes que andan en busca
de descanso absoluto, Le Morne, Le Gris-Gris, Trou aux Biches, Trou d’Eau,
Douce… son algunos de los nombres de las fascinantes playas sumamente blancas y
limpias.
LA BULLICIOSA PORT
LOUIS
Port Louis es la capital y puerto
principal de la isla, muy animada durante el día, pero tranquila durante la
noche. La mayoría de los que allí trabajan viven en las ciudades más frescas de
la meseta interior.
Port Louis, como buen compendio de la
variedad étnica existente en todo Mauricio, tiene un barrio musulmán, uno chino
de indiscutible interés, con su casino L’Amicale en el que se dan cita
personajes famosos, y una serie de vellos vestigios de su pasado colonial.
Entre otros, el Hotel du Gouvernement y algunas de las casas que flanquean las
avenidas Duque de Edimburgo y Reina Elizabeth, todas ellas del siglo XVIII.
También vale la pena visitar el Champ
de Mars y el hipódromo más antiguo del Hemisferio Sur, pero, sobre todo, no hay
que olvidar el multicolor Mercado Central. Todo aquel que aspire a vivir el
bullicio de la ciudad más importante de Mauricio, debe acercarse a este lugar.
En cada uno de sus rincones olerá el fuerte aroma de las especias e incienso y
verá pasar a mercaderes indios, chinos y criollos, mientras otros intentan
atraer a posibles compradores al grito de Bon
Jour. En la parte dedicada a las frutas y verduras, especialmente en los
meses de enero y febrero, se puede encontrar una gran variedad, que va desde
los conocidos mangos o las piñas hasta los lichis o las llamadas pommes d’amour (tomates pequeños). En
otra de las secciones del mercado se puede adquirir cualquier especie que se le
pida al vendedor. Es muy habitual regatear pues los precios no aparecen
indicados en los productos. Normalmente el primer precio que se exige siempre
es muy alto y deberá negociarse utilizando, por supuesto, buenos argumentos.
JARDÍN
DE PAMPLEMOUSSES Y LAS TIERRAS COLOREADAS
A la hora de citar otros puntos de
interés, sin duda hay que hacerlo mencionando el Jardín Botánico de
Pamplemousses, donde es fácil quedarse atrapado por su magia. El olor que
desprenden el jengibre, la canela o cualquiera de especias que, además, permite
recordar aquellos paraísos que tantas y tantas veces se han soñado en algún
momento de nuestras vidas. Y más cuando el visitante se acerca a los estanques
y se encuentra con el lirio acuático, autóctono de la zona denominada Victoria
Regia, que se abre al amanecer con un color crema y que, al mismo tiempo que va
oscureciendo el día, va cambiando su color a tonos rojos, hasta que al caer la
noche se cierra por completo.
Dejando atrás todo este espectáculo
natural, Pamplemousses es el hogar de más de seiscientas especies de plantas de
todo el mundo, así como de numerosas clases de árboles, como el tallipot, una de las numerosas palmeras
que crecen en la zona cada cuarenta años, o el árbol de bodhi, todo un símbolo para los cristianos puesto que sus hojas se
asemejan a un crucifijo. Y en medio de todo este edén, deambulan plácidamente
tortugas gigantes que llegan a vivir más de trescientos años.
Si se quiere conocer un espacio natural
único en Isla Mauricio, Chamarel surge a los ojos de los visitantes como un
irresistible vergel en estado puro. Aunque se desconoce su origen, el hombre no
ha participado en la creación de esta magnifica obra de la naturaleza, conocida
como “la tierra de los siete colores”. Chamarel es un conjunto de dunas
redondeadas que dependiendo de la luz, la hora del día o la temporada, va
variando su tono. Resulta asombroso ver como su color pasa del púrpura, al rojo
o a los amarillentos o violáceos. Según los geólogos, este paraje expuesto a
las lluvias torrenciales, está compuesto por cenizas volcánicas, ricas en
minerales y coloreadas por el efecto de la oxidación. A primera hora de la
mañana es el mejor momento para apreciar este increíble fenómeno geológico. La
estampa se completa con la cascada de Chamarel que alcanza los ochenta y tres
metros de altura. No hay que perder detalle del río Saint Denis cayendo de las
montañas de Black River y precipitándose por un acantilado cubierto de una
frondosa vegetación, para, al final terminar deslizándose hacia el rio del Cap.
UN CRISOL DE RAZAS Y
CIVILIZACIONES
El factor étnico es determinante en
Mauricio. Alrededor del 60% de la población de Mauricio es hindú, confiriéndole
un sabor especial a toda la isla ya que su cultura domina sobre las demás, pero
existe un amplio abanico de criollos, chinos, franco-mauricianos y musulmanes.
Todos viviendo en una armonía perfecta.
Los hindúes o indo-mauricianos son en
su mayoría descendientes de los trabajadores que vinieron de la India a trabajar en las
plantaciones de azúcar. También existe un número importante que proviene de las
clases mercantiles y en la actualidad tiene el monopolio del comercio de la
ropa y del grano.
Por lo general, pertenecen a tres
grupos étnicos distintos: los hindúes propiamente dichos forman el grupo
mayoritario y provienen del norte de la India. Los tamiles vienen del sur, existiendo
finalmente otro pequeño grupo que lo forman los musulmanes que provienen del
Maharashtra y Gujarat.
Los chinos, que después de los
franco-mauricianos constituyen un grupo étnico minoritario, están
principalmente relacionados con el comercio. Cada pueblo tiene una o varias
tiendas regentadas por ellos, existiendo un barrio chino, así como pagodas,
templos e incluso un casino en Port Louis, la capital.
Como criollos se designaba en la
antigüedad a los descendientes de europeos nacidos fuera de la metrópolis, pero
actualmente lo son todos los nacidos en Mauricio que no son chinos ni indios.
En su mayoría son descendientes de esclavos africanos o malgaches que llegaron hasta aquí en gran número durante las
colonizaciones francesa e inglesa.
Basta una visita a cualquier mercado
popular de los muchos que se celebran al aire libre a lo largo y ancho de la
isla, para percatarse de este auténtico crisol de razas y civilizaciones,
además de impregnarse del espíritu y de la atmósfera local.
CLIMA,
GASTRONOMÍA Y COMPRAS
Isla Mauricio está situada en el Hemisferio
Sur, por lo tanto su clima es esencialmente tropical, aunque con una ligera
variación estacional. Entre enero y abril (la estación más cálida) las
temperaturas oscilan entre 25º y 35º, lo cual puede considerarse muy cálido
teniendo en cuenta la humedad reinante. Esta es también la época de los
ciclones.
Las temperaturas más bajas suelen ser
entre junio y septiembre, que es el invierno en estas latitudes. El promedio
diurno es de unos 24º y de noche unos 16º. A los visitantes interesados en
descansar en la playa quizás les pueda parecer escasa esta temperatura, pero
hay que tener en cuenta que esta época es menos lluviosa y húmeda.
Por lo que hace referencia a la
gastronomía, en ella queda reflejada la variedad racial de la isla. La mayoría
de los restaurantes ofrecen cocina criolla, europea y china, basada en el
pescado y el marisco, siempre aderezado con jengibre, ajo, azafrán y pimienta.
Respecto a la principal especialidad
artesanal de Mauricio a la hora de realizar compras, la manufactura de maquetas
de barco está muy extendida y pueden adquirirse muy buenas réplicas. En Port
Louis existen numerosas tiendas de productos exóticos y establecimientos de
remedios tradicionales.
Toda la isla dispone de una excelente
y lujosa infraestructura hotelera y a precios muy asequibles.
Entre África y Asia, en pleno océano
Índico, Mauricio es una isla volcánica de cráteres apagados, donde convive todo
un abanico de razas y civilizaciones que ha convertido la tolerancia en arte de
vivir. Un rincón olvidado con aroma colonial que invita a los buscadores de
placer.
(Ver
interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)