CAPITAL FINANCIERA DE LA INDIA
Si tratar
de conocer la India
resulta apasionante, adentrarse en Mumbai es tanto como vivir en un mundo
completamente distinto en el que van de la mano el lujo y la pobreza, lo
místico con lo fastuoso, la antigüedad y el modernismo más acentuado. Una
ciudad abigarrada que sorprende y fascina al mismo tiempo.
Moderna
y cosmopolita, Bombay, rebautizada ahora como Mumbai, es la capital financiera
del país y del estado de Maharashtra, en sus remotos inicios no era más que un
grupo de siete islas. Antes de que llegaran los europeos (siglo XVII), la zona
en la cual surge la actual ciudad estaba prácticamente desierta y vivían en
ella sólo pequeños grupos de pescadores diseminados en modestos pueblos. Fueron
los colonizadores ingleses, portugueses y holandeses quienes intuyeron la
potencialidad de esta parte de la
India y durante muchos años se disputaron el control en una
serie de sangrientos enfrentamientos político-militares. Al final, la región
fue cedida por los portugueses en 1534 como parte de la dote de Catalina de
Braganza cuando se casó con Carlos II de Inglaterra en 1661.
El
gobierno británico arrendó las islas a la Compañía Oriental
de las Indias por el increíble precio de diez libras de oro y Bombay empezó a
crecer gradualmente hasta convertirse en un enclave de singular importancia a
todos los niveles y un centro comercial de los mayores de toda Asia. Desde los
inicios del Raj inglés siempre se la ha denominado la “Puerta de la India” considerando que la
mayor parte del comercio que llegaba al subcontinente era por mar.
En
1853 el primer ferrocarril fue trazado desde Bombay a Thane, y en 1862 un gran
proyecto unió el pequeño archipiélago como una sola entidad. Bombay iba camino
de convertirse en una gran ciudad
En
1869, la apertura del canal de Suez, que llevaba a la India a pocos días de
navegación desde Europa, aumentó la importancia de su puerto y nuevos y más
eficientes muelles se añadieron a los ya existentes.
La
segunda parte del siglo XIX e inicios del XX vieron el nacimiento y desarrollo
de esta gran ciudad.
UNA DE LAS MAYORES URBES DEL MUNDO
Cuando se viaja a la India, todo occidental se
encuentra ante las inmensas megalópolis del subcontinente y tiende a considerarlas
como las imágenes más habituales. En realidad la situación es bastante más
compleja.
Cabe
considerar que más del 30% de la población vive en las grandes ciudades y son más
de 400 millones de personas los que habitan en ellas.
Estas gigantescas
urbes han dejado de ser un cuerpo extraño en el seno de la India contemporánea. La
población metropolitana ha echado sólidas raíces y, ya sea para bien o para
mal, debe tenerse muy en cuenta.
Hoy por
hoy, con siglos de historia a sus espaldas, las grandes metrópolis de la India:
Delhi, Mumbai y Calcuta, como Chennai (la antigua Madrás), Hyderabad, Bangalore
y un largo etcétera, han crecido de forma desmesurada en el último medio siglo
y, tanto en sus núcleos más antiguos como en sus periferias heterogéneas y
caóticas viven millones de personas, muchos en situaciones dramáticas.
A pesar de que Mahatma Gandhi manifestaba que la
auténtica India, la que era capaz de expresar su profunda y viva identidad, se
encontraba en la heterogénea inmensidad rural, la de los interminables campos e
infinidad de pueblos esparcidos por su variopinta geografía, son las grandes
ciudades, algunas de las cuales están consideradas como las más densamente
pobladas del planeta, el símbolo de las múltiples contradicciones de la cultura
india y las que configuran buena parte del auténtico carisma de este país tan
fascinante como singular.
Llegados
a este punto cabe preguntarse: Lo que era verdadero en el momento de la noble
lucha por la independencia, hace más de medio siglo, ¿lo es todavía hoy cuando
nos encontramos en el siglo XXI?
La
construcción del Crawford Market, el calidoscópico mercado, atrajo hacia Bombay
a masivos grupos de inmigrantes. A los originarios maharatis se unieron numerosos musulmanes, indios procedentes del
norte, especialmente de Gujarat, mientras que a la región más meridional de Goa
fueron llegando indios convertidos al catolicismo.
No
obstante, las verdaderas almas del despegue comercial e industrial de Bombay
fueron las minorías jaín y parsi.
En
la actualidad Bombay es una ciudad muy viva, con personalidad propia y un gran
centro tanto industrial como económico, al margen de tener un gran interés
artístico.
¿Cómo
surgió el nombre de Mumbai? El archipiélago de siete islas exuberantes situadas
frente a las colinas que ocupaban los pescadores koli en la antigüedad (donde la ciudad se asienta en la actualidad),
fue bautizado con el nombre de Mumbai en honor de la diosa madre Mumbadevi.
Posteriormente, cuando los portugueses desembarcaron en este lugar le cambiaron
el nombre por el de Bom Bahía (Buena
Bahía), del que deriva Bombay, nombre que la hizo famosa y prevaleció hasta que
recientemente se le ha devuelto el de origen, Mumbai.
Esta
urbe es también el principal centro de la industria cinematográfica de la India, y uno de los mayores del
mundo, de ahí el nombre de Bollywood
con que se la conoce, no en balde en sus estudios curiosamente se producen más
películas que Estados Unidos.
En
su complicada geografía de calles, auténticos laberintos para el visitante,
suelen moverse a diario alrededor de veinte millones de personas de la más
heterogénea condición social, desde ejecutivos y funcionarios hasta mendigos o
santones, pasando por vendedores ambulantes, artistas, charlatanes… Todo un
abanico multicolor, mezcla de etnias y costumbres con singulares ritos y
religiones.
Al
principio, quizás aturde al viajero, pero siempre termina por absorber los
sentidos hasta límites insospechados.
UN RECORRIDO POR LA CIUDAD
Junto
con Calcuta y Delhi es la ciudad más saturada de toda la India y una de las mayores
del mundo, con los dos aeropuertos que registran el tráfico más intenso del sur
de Asia. También es una urbe donde la arquitectura colonial floreció con mayor
brillantez, evidenciando el esplendor de las épocas del Raj británico.
La Puerta de la India es quizá el monumento más
emblemático de Mumbai. Construida para conmemorar la visita del Rey Jorge V y
la reina Mary en 1911, se halla ubicada frente al mar en una de las zonas más
populosas de la ciudad. Como muchos de los monumentos erigidos en esa época, es
una imponente fusión de estilos, especialmente el indo-sarraceno.
Por
las tardes, en los alrededores de Apolo
Bunder, este majestuoso arco de triunfo bulle de multitudes, los llamados bombaywallahs, la clase media de la
ciudad, pasean con familia y amigos entre las palomas que aletean por las
inmediaciones, pero realmente el mejor momento para acercarse a esta plaza es
con las primeras luces del alba, cuando el lugar está casi desierto y el sol
acaba de elevarse sobre el puerto.
En
el otro extremo de la plaza, justo enfrente, el Taj Mahal Palace el viejo hotel
más famoso de Asia, es un claro ejemplo de estilo victoriano que sigue
cautivando a quienes lo admiran, dado que goza de los mismos atractivos que
cuando fue inaugurado a finales del siglo XIX.
Los
porteros, elegantemente ataviados como lanceros del Punjab, siempre atienden a
los viajeros y les dan la bienvenida en la fastuosa entrada, dejando entrever,
sin duda, el lujo que seduce en su interior.
En
noviembre de 2008, un grupo islamista paquistaní perpetró en la ciudad una
masacre que duró varios días y causó casi doscientas víctimas. Estos ataques
terroristas sembraron el pánico en diferentes escenarios y uno de ellos fue
precisamente el Taj Mahal Palace.
Entre
el barrio de Colaba (donde se concentran la mayoría de hoteles, restaurantes,
oficinas, y tiendas de anticuarios), la Punta Nariman y la
fantástica estación Victoria, es donde se concentran buena parte de los
vestigios que datan de la época colonial, sin olvidar el Museo Príncipe de
Gales, la torre Rajbai, la
Corte Suprema de Justicia, la catedral de Santo Tomás y la Galería de Arte Moderno
Jehangir. Grandes edificios de estilo victoriano y del llamado gótico de
Mumbai.
La
estación Victoria de la compañía Central
Railways, uno de los edificios más sobresalientes (fue declarado Patrimonio
de la Humanidad por la UNESCO), también ha sido rebautizado con el nombre de
Chhatrapati Shivaji Terminus.
En la Punta Nariman, cerca
de las colinas de Malabar, se inicia la gran avenida de Marina Drive que se
extiende en una zona ganada al mar y a lo largo de la cual, y en las últimas
horas del día muy especialmente, es cuando la ligera brisa convierte en quizá
más liviana la temperatura. Resulta recomendable darse un paseo para poder contemplar
el ambiente que la circunda y deambular, perderse entre vendedores de maíz
tostado, plátanos, cocos, artesanía y un mundo realmente excitante. En esta
Punta Nariman destaca el monumento a Mahatma Gandhi.
Al
final de esta avenida, en las oscuras arenas de la playa de Chopatty, se mueve
otro mundo no menos atractivo y multicolor. Los visitantes que en ella se
bañan, a diario suelen verse rodeados de bailarines, magos, falsos fakires,
quirománticos, vendedores de globos, acróbatas, contadores de relatos y
embaucadores de todo tipo. La más variopinta amalgama de singulares personajes
que por solo unas rupias pueden hacer auténticas maravillas. Una experiencia
que siempre concluye por sugestionar al atónito espectador ávido de emociones,
mientras en las casetas hacen buen negocio vendiendo bhel-puri, la crujiente mezcla aromatizada con especias que es el
tentempié favorito de estas latitudes.
Antes
del crepúsculo, inolvidable resulta un paseo por los jardines de Malabar Hill. La
brisa sopla desde el océano y se agradece su caricia en el rostro.
Malabar
es una de las mejores áreas de la ciudad y donde se ubican las suntuosas villas
de las familias de más elevada posición social. Desde este punto y en los días
en que lo permite la ya clásica bruma que rodea la bahía, puede observarse una
excepcional panorámica.
El
Mercado de los Ladrones o Chor Bazaar
es un lugar llamativo en el que no se precisa ser un experto para dar con un
candelabro ruso del siglo XIX o un gramófono de manivela que todavía funciona,
algo realmente increíble pero cierto.
En
las siempre abarrotadas y pequeñas tiendas del Bhuleswar se encuentran toda clase de ajorcas multicolores de
vidrio, saris bordados, confituras, orfebrería… Y mientras se compra, el
mercader, que considera al viajero como su huésped, no aceptará una negativa
por respuesta, ofreciéndole al mismo tiempo té o cualquier refresco que
prefiera mientras elige una mercancía.
A
pesar de su inmensidad, de ser una ciudad congestionada, Mumbai sigue siendo
entrañable y deliciosamente tradicional.
Muy
interesante una visita a Mani Bhavan,
la casa que fue de Mahatma Gandhi, donde se conservan la biblioteca, algunas
estancias y utensilios originales del “padre de la nación” y figura sublime de
la historia india. Un hombre que cambió la humanidad con su mensaje de paz,
tolerancia y amor.
MILLONARIOS Y MENDIGOS
Las
grandes ciudades con ansiada modernidad no cesan de construir desafiantes
edificios a un ritmo realmente trepidante. Sin embargo, también albergan
algunos de los mayores barrios de pobreza que existen en el continente asiático
y muy probablemente en todo el mundo.
Los
extranjeros solemos hacer siempre hincapié en los pobres que malviven en la India, sin percatarnos o no
queriendo asumir quizás, que en nuestros países de origen también los hay y
cada vez en un número más creciente. Lo que sucede realmente es que a la hora
de recurrir a las estadísticas, en éste país las cifras se disparan con mucha
facilidad.
Hay
quien asegura que son casi quinientos millones los indios que sobreviven por
debajo del umbral de la pobreza. Por el contrario, existe una cifra similar que
supera los niveles de la opulencia. India cuenta con el mayor número de
multimillonarios de nuestro planeta y éstos, por contraproducente que pueda
parecer, viven de aquéllos. Los pobres son la riqueza del país, porque con sus
ínfimos salarios a cambio de trabajar sin límites, se convierten en la mano de
obra indispensable, la columna vertebral india para que todo funcione, ya sea
en talleres, fábricas o cualesquiera sectores industriales o comerciales.
Dicho
de otra manera, para que existan pistas de tenis, clubes sociales del más alto
nivel, campos de golf, lujosos hoteles, hipódromos o edificios con aire
acondicionado, es necesario que cada vez haya más indios revolviendo entre las
basuras, durmiendo en chabolas de plástico junto a las vías de los
ferrocarriles o en las estaciones y mendigando a los turistas por todas partes.
La mayoría de ellos son simplemente trabajadores que están al mismo borde de la
inanición y que con un dólar diario no tienen derecho absolutamente a nada. Eso
los más “afortunados”, por supuesto.
La
antigua Bombay tiene, por lo general, un clima muy caluroso, aparte de un
índice de humedad muy elevado, y ello propicia que se viva mucho al aire libre,
en la calle. Y, por tanto, la mendicidad sea mucho más visible que en otros
lugares del mundo.
Pero
la historia no es de ahora, data de muchos años atrás. En los siglos XVII y
XVIII, en las épocas de la
Compañía de las Indias Orientales, la mano de obra india ya
fue objeto de una constante explotación a causa de lo barata que resultaba. Y
en el siglo XIX y parte del XX fue el trabajo de los sufridos coolíes la base sobre la que se erigió y
sostuvo el Raj británico.
Los
pobres, muy a pesar de la modernidad, los avances tecnológicos y de todo tipo,
siguen formando parte de cualquier paisaje de la India.
Quienes
suelen progresar en la vida de forma rápida y generalmente sin escrúpulos, los
nuevos ricos de la ciudad, son quienes más inciden en hablar de que existe una
nueva Mumbai, un auténtico milagro económico, un boom, como suele decirse. Resulta curioso que, por el mero hecho de
haberle cambiado el nombre a esta gran urbe, parece que todo sea diferente y la
misma haya resurgido de sus propias cenizas. Algo que llama la atención,
precisamente en los indios, ansiosos porque el resto del mundo les admire y les
tenga en cuenta, pero que a la vez son, muy posiblemente, los seres humanos que
sienten de forma más arraigada auténtico respeto y profunda vinculación a su
pasado anclado en siglos de historia.
Existe
una Mumbai diferente, pero en el fondo sigue siendo la misma de siempre, con
sus males y defectos endémicos. Hay que ser conscientes de que en un país que
ronda los 1.200 millones de habitantes nada es fácil y sí resulta todo muy
complicado. Nadie pone en duda que India sea una nación emergente, como dicen
los expertos en economía, pero lo que sí está claro es que en temas como la
superpoblación, las castas, la corrupción y el hambre, las soluciones permanecen
estancadas. Y ahí está el mayor reto a superar en el futuro inmediato.
ISLA ELEFANTA
Uno
de los viajes habituales desde Mumbai es el que lleva hasta Gharipuri, la
denominada Isla Elefanta, después de
una hora de navegación a través de la bahía.
Cuando
se llega a la montañosa isla y tras ascender por una estrecha escalinata
repleta de tenderetes en los que se venden infinidad de artículos, se llega
junto al magnífico conjunto de templos de inigualable belleza excavados en las
grutas y pertenecientes a los siglos VII y VIII, con amplias salas decoradas de
hermosas esculturas que recuerdan las de Ajanta y Ellora, cerca de la ciudad de
Aurangabad.
Las
tallas son robustas, sublimes y su creación, un trabajo piadoso.
La
obra principal mide cinco metros de altura y representa el busto de la Trimurti, la trinidad hindú, Brahma el creador, Shiva el Destructor-Renovador y Vishnú
el Conservador.
En
unos bajorrelieves laterales se muestra en toda su apoteosis el Shiva Nataraja, el bailarín cósmico, el
señor de la danza y la muerte.
Mumbai
ofrece al visitante una excelente infraestructura hotelera, ningún problema al
respecto.
La
mejor época para visitar Mumbai y sus alrededores es de Octubre a Febrero,
cuando la temperatura es más suave, dado que durante los monzones (Junio a
Septiembre), las lluvias son tan frecuentes como copiosas y de Marzo a Junio el
calor resulta insoportable y con muchísima humedad.
Mumbai
sorprende, puede incluso agobiar pero, sin lugar a dudas, este embrujo de
Oriente, puerta occidental de la India, nunca deja indiferente.
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