Infinidad de lagos y ríos ocupan los abismos, cráteres y grietas que han surgido en la Gran Falla Africana. El geógrafo y astrónomo griego Tolomeo, que vivió muchos años en Alejandría, ya apuntó que el gran río (refiriéndose a las fuentes del Nilo) posiblemente nacía en el corazón de África Ecuatorial. Sin embargo, no fue hasta los albores del siglo XIX cuando los exploradores ubicaron geográficamente los grandes lagos en los mapas.
A lo largo de los milenios durante los cuales se ha ido configurando la Gran Falla , la historia de los lagos que se han formado en las depresiones del fondo del valle ha resultado ser tan turbulenta como la de la tierra de donde surgieron. Los ríos que alimentaban y drenaban estos lagos han cambiado su cauce o posiblemente hayan desaparecido y los sedimentos químicos acumulados en la tierra se han ido renovando a cada erupción de lavas y cenizas expulsadas desde debajo de la corteza terrestre. Por consiguiente, muchos de los lagos que, en su origen, contenían agua dulce, han quedado contaminados por una aportación de sales minerales arrancadas por la lluvia de las laderas volcánicas o arrastradas por los manantiales. La más común y abundante de esas sales es un álcali soluble en el agua, el carbonato sódico o sosa.
El álcali mineral puede modificar las características de los lagos de dos maneras distintas: el agua de algunos de ellos se vuelve amarga aun cuando sigue siendo potable, mientras que en otros se encostran de capas de sosa casi pura. El resultado final depende en definitiva de la naturaleza de la aportación de agua, pero también desempeña un factor determinante la existencia o ausencia de salida o vertedero. Si el agua del lago se vierte en un río, éste se llevará parte de la sosa; ahora bien, si no existe salida, el agua no puede desaparecer más que por evaporación: la concentración de sosa irá, por tanto, en aumento hasta que el lago quede completamente desecado.
El lago Tana es el más grande de Etiopía con una superficie de 2.156 kilómetros cuadrados. En él nace el Nilo Azul, que a la altura de Karthoum se une al Nilo Blanco y existen una treintena de islotes, en algunos de los cuales hay monasterios que, según se cree, albergan los restos de algunos emperadores etíopes. El lago Abaya, de 1.162 kilómetros cuadrados y a una altitud de 1.285 metros , es otro de los grandes lagos etíopes del valle del Rift. Por su parte, el río Omo, que nace en el altiplano de Shewan, después de 760 kilómetros de recorrido desemboca formando un amplio delta en el lago Turkana.
Antiguamente conocido como lago Rodolfo, el Turkana en Kenya tiene una superficie de 6.405 kilómetros cuadrados, que lo convierte en el mayor lago permanente del mundo de los situados en un entorno desértico (en su extremo norte llega a penetrar en Etiopía). Está considerado también el mayor lago alcalino. Su entorno es cálido y muy seco, y lógicamente las características geológicas de la zona son volcánicas. En sus inmediaciones, el paleontólogo Richard Leakey llevó a cabo diversas excavaciones, encontrando importantes restos de homínidos.
De norte a sur en Kenya se encuentran el lago Baringo, Bogoria, Nakuru, Elmentaita, Naivasha y Magadi y, por supuesto, al oeste el inmenso lago Victoria.
Conocido por su antigüedad geológica y alcalinidad, el lago Nakuru está considerado como uno de los tesoros del país. Se sitúa en el interior del perímetro del parque nacional del mismo nombre, fantástico santuario de aves. Se calcula que sus orillas pueden estar pobladas por más de un millón de flamencos. Además de aves (con más de 400 especies censadas), el parque cuenta con un gran número de especies de mamíferos, desde gacelas de Thomson hasta búfalos, pasando por leopardos, rinocerontes, etc.
El Naivasha, cerca de la población de Narok y en ruta hacia el Serengeti (Tanzania) es otro lago importante con una extraordinaria población de hipopótamos en sus aguas.
El Magadi, muy cerca de la frontera con Tanzania, es otro lago con aguas alcalinas y tiene una superficie de 104 kilómetros cuadrados. Situado en una zona árida y muy cálida, está rodeado de colinas volcánicas.
LAGO VICTORIA, PRINCIPAL FUENTE DEL NILO
También conocido como Victoria Nyanza, está situado en la zona centro-oriental de África, en el corazón del Rift Valley. Sus orillas las comparten Uganda, Tanzania y Kenya y se extiende en un área de 69.482 kilómetros cuadrados. Sus principales puertos son Kisumu, Mwanza, Entebbe, Bukoba, Port Bell y Jinja. Es el segundo lago de agua dulce más grande del mundo y está considerado como una de las principales fuentes del río Nilo, que prosigue su curso hasta el lago Alberto y las cataratas Murchison, en el tramo superior del río denominado Nilo Blanco.
El primer europeo en llegar a este lago fue el explorador John Hanning Speke.
Por lo que respecta a Uganda cabe destacar al noroeste del país las cataratas Murchison, también conocidas como Kabalega. Es un conjunto de tres cascadas en el Nilo Blanco (Nilo Victoria) con un desnivel de 43 metros entre la meseta y la fosa. Las cascadas Murchison es el paso obligado del único desagüe del lago Victoria.
Más al sur, el lago Alberto (Nyanza) le sirve a Uganda como frontera con la República Democrática del Congo. Tiene forma alargada y ocupa un área de 5.350 kilómetros cuadrados con 160 kilómetros de longitud y 35 en su parte más ancha. En este lago descargan las aguas del tramo superior del río Nilo, provenientes del lago Victoria, y desde el lago Alberto prosigue su curso, camino del Mediterráneo. También recibe las aguas del lago Eduardo, situado al sur, por medio del río Semliki.
Uganda está sembrada de ríos, algunos de ellos caudalosos, y también de lagos, siendo algunos de los más relevantes el Kyoga, Bisina y el George.
El lago Natron es un lago salado y endorreico localizado en el Gran Valle del Rift en Tanzania, en la frontera con Kenya. Junto a él se encuentra el estrato-volcán Ol Doinyo Lengai. Su superficie aproximada es de 600-800 kilómetros cuadrados, y de él se extraen sales de cloro, sodio y magnesio. Sus aguas están teñidas de rojo por la proliferación de algas. En él se pueden apreciar formaciones de espirales de carbonato sódico que surgen de las profundidades de la tierra a través de géiseres. Estas espirales decoran la superficie de sus aguas, así como la sosa se acumula en las orillas como una espuma blanca.
Sólo los flamencos sobreviven en este peculiar ambiente, ya que devoran las algas filtrando las aguas alcalinas gracias a su pico característico.
Estacional, poco profundo y salado, el lago Eyasi drena una pequeña cuenca endorreica localizada al norte de Tanzania. Se ubica en el fondo del Gran Valle del Rift, en la base de la meseta del Serengeti y muy cerca del cráter del Ngorongoro, en cuyo interior existe también un lago.
En el Manyara, en el interior del parque nacional del mismo nombre, abundan los flamencos e hipopótamos. Su entorno de lujuriosa vegetación es el hábitat de muchas especies de mamíferos. En esta zona, muy probablemente como no ocurre en ningún otro lugar de África, los leones suelen encaramarse a los troncos de los árboles.
El lago Rukwa está localizado al suroeste del país, a mitad de camino entre el Tanganyika y el Malawi (Nyasa), tiene escasa profundidad y su extensión fluctúa con cierta facilidad en los últimos años.
EL MÍTICO LAGO TANGANYIKA
Fue antaño el destino de muchas expediciones y objetivo de los grandes exploradores europeos. Se asegura que es el segundo lago más grande del mundo en volumen y también el segundo más profundo después del Baikal en Siberia (puede llegar a tener 1.470 metros de profundidad). Se extiende a lo largo de 673 kilómetros en dirección norte-sur y es frontera de hasta cuatro países: Tanzania, República Democrática del Congo, Burundi y Zambia.
Está rodeado de montañas y la enorme profundidad y la situación tropical del lago evita que las masas de agua se mezclen, ya que muchas de las aguas más profundas son lo que se llama “aguas fósiles” y carecen de oxígeno. La zona de influencia del lago abarca 231.000 kilómetros cuadrados, con dos ríos principales fluyendo al lago, junto con otros numerosos y pequeños ríos y arroyos que descienden de las montañas próximas; siendo el principal flujo de agua el que proviene del río Lukuga, que desemboca en el río Congo.
Otros ríos importantes son el Ruzizi, que desemboca en el norte del lago desde el lago Kivi, y el Malagarasi, el segundo río más importante de Tanzania
Camino de las estribaciones meridionales de la Gran Falla y ya en territorio de Malawi, no debe omitirse la importancia del lago del mismo nombre, también conocido como Nyasa. El misionero y explorador David Livingstone fue el primer hombre blanco en llegar a descubrirlo. Tiene una superficie de unos 29.600 kilómetros cuadrados y sus orillas pertenecen a los territorios de Mozambique, Tanzania y Malawi. Desagua a través del río Shire y su principal tributario es el río Ruhuuhuu.
Hay dos islas habitadas en el interior del lago: Likoma y Chizumulu. Ambas tienen varios miles de habitantes, que subsisten de la explotación de bananas, tapioca, mangos y de la pesca en el lago. Una característica importante de estas islas es la presencia de un gran número de árboles baobab (considerado como sagrado por muchas tribus africanas).
El último lago importante, el más austral de toda la Gran Falla, es el Chilwa. Se trata del segundo más grande de Malawi, muy cerca de la frontera con Mozambique. Este lago no tiene salida y está en riesgo de secarse si el agua en su cuenca de captación es desviada para uso humano. Una compañía danesa de Desarrollo Internacional ha estado trabajando para garantizar la conservación del lago y sus humedales.
UN MUNDO NATURAL EN PELIGRO
Ascender a un volcán inactivo o bien bordear las orillas de un lago en la Gran Falla , supone tanto como sumergirse en un auténtico paraíso en las mismas entrañas de la madre naturaleza y donde tienen su hábitat todas las especies de la fauna salvaje. Un lugar de excepción que a lo largo de muchos decenios ha servido para que científicos e investigadores hayan podido realizar estudios y de esta forma tengamos en la actualidad un conocimiento más profundo sobre esta área africana.
Tras los primeros instantes de contacto con este mundo singular, el calor comienza a resultar sofocante, pero apenas si es perceptible dado el creciente interés por conocer el recorrido.
Grandes manadas de antílopes, facoceros, hienas, cebras y ñus, así como alguna que otra jirafa, van surgiendo de inmediato a través de la sabana.
En las inmediaciones de las zonas pantanosas se suelen presenciar secuencias tan dramáticas como naturales, no en balde los grandes ungulados acostumbran a acudir a saciar su sed y es entonces cuando se ven sorprendidos por sus depredadores, leones muy especialmente, los cuales se encuentran apostados en lugares estratégicos y a la espera de poder capturar algún ejemplar muy joven o quizás menos dotado físicamente y, por tanto, más accesible a sus terribles garras.
El león es quizá el auténtico rey en esta zona de África, no así el leopardo, aunque en ello también influye el hecho de que este último es menos visible ya que acostumbra a moverse en las zonas más selváticas y de exuberante vegetación.
Entre los colosos, elefantes y rinocerontes no son demasiado frecuentes, aunque los hay, y en ello mucho ha tenido que ver la enorme caza incontrolada que se ha llevado a cabo en los últimos años y ha movido a los responsables de algunos países a proteger buena parte de su territorio con cuerpos especializados de anti-furtivos y tratando de vigilar, pese a no disponer de muchos medios, las posibles rutas del tráfico de marfil y pieles, las cuales suelen discurrir hacia la República Democrática del Congo (antiguo Zaire) y Zambia.
En lo referente a los elefantes cabe una posible excepción y ésta es el área del lago Manyara, donde se asegura que existe la mayor concentración de estos paquidermos por kilómetro cuadrado que se puede hallar en el continente africano.
La región de los grandes lagos, por sus muy singulares características, tiene una evolución realmente compleja y muy distinta a la de otras zonas africanas. Constituye un punto y aparte, por decirlo de alguna forma, y no siempre las alteraciones ecológicas que en ella se producen están relacionadas con la actuación del hombre ya que existen otras influencias iguales o incluso más importantes y a veces hasta en sentido inverso.
Variaciones en el régimen de lluvias y consecuentemente una progresiva disminución de la sequía, provoca en ocasiones el aumento de las grandes manadas de herbívoros (gacelas, ñus, búfalos, cebras) y a renglón seguido lo hacen también aquellos animales que son sus rivales más directos (leones, leopardos, hienas). Por otra parte, los incendios forestales y el constante ir y venir de elefantes y otras especies que acostumbran a variar con frecuencia de hábitat, destrozando a su paso los grandes baobabs, acacias y otros arbustos… son también factores determinantes que, de una forma decisiva, alteran el ecosistema básico.
De todas formas, pese a que hablar de parques nacionales y citar nombres míticos en la Gran Falla como Serengeti, Manyara, Masai Mara, Tsavo, Amboseli, Virunga, Ngorongoro, etc. es sinónimo de reservas donde habita una gran mayoría de especies de animales salvajes, en realidad muchas de ellas se encuentran en la actualidad en peligro de extinción. No es una exageración, se trata de una palpable realidad. Por desgracia, resulta frecuente en los pequeños mercados fronterizos de Rwanda, Uganda, Tanzania, etc. poder comprar un juego de colmillos de hipopótamo, trabajos artesanales realizados con marfil de elefante o bien comprar unos dientes de león o una mano disecada de gorila. La caza furtiva, los conflictos bélicos y la presión humana están teniendo unas consecuencias devastadoras.
Baste para ello con citar algunos ejemplos. El gorila de montaña, que tiene una altura superior a los dos metros en posición erguida y suele pesar entre 200 y 250 kilos (los machos) y unos 130 kilos las hembras, tiene su hábitat en los bosques húmedos y en altitudes incluso superiores a los tres mil metros de altitud de las montañas Virunga, cordillera situada en la parte septentrional de Rwanda, la República Democrática del Congo y Uganda. Ha sido uno de los animales más perseguidos, no en balde el precio puesto a su cabeza puede alcanzar cifras desorbitantes, representando por ello toda una tentación para los furtivos. Se asegura que apenas sobreviven unos 300 ejemplares y está considerado en grave peligro de extinción.
El rinoceronte negro es otro de los animales que han sido víctimas de una caza indiscriminada. La creencia de que sus dos cuernos prominentes tienen poderes afrodisíacos, al margen de ciertas tradiciones ornamentales en países como Japón, Yemen o Emiratos Árabes han hecho subir su cotización. Algunos furtivos, como ocurrió en un parque de Kenya en 1990, llegaron incluso a matar a los guardas para conseguir abatir hasta cinco ejemplares. En las dos últimas décadas han desaparecido más del 90% de ejemplares. Es una especie claramente diezmada (de los 70.000 individuos que existían en los años sesenta, se cree que actualmente está sólo en 20.000). Es otra muestra fehaciente de que el rinoceronte negro está también en grave peligro de desaparecer.
El elefante africano que se prodiga en las zonas de la Gran Falla parece que se ha estabilizado, aún así sigue siendo un animal muy vulnerable. Se trata de un coloso de más de seis toneladas de peso, cuyos colmillos, todo un tesoro, pueden llegar a pesar más de 50 kilos en los grandes machos. El tráfico de marfil ha hecho estragos durante muchos años, pero parece que los gobiernos de algunos países ya se han implicado en este problema.
A lo largo de las dos últimas décadas, el cocodrilo del Nilo ha empezado a disminuir de forma considerable debido al creciente interés por su piel. Este enorme reptil (puede medir entre cuatro y cinco metros de longitud, aunque hay algunas excepciones de mayor tamaño) que habita en ríos y lagos del Rift Valley, también se considera vulnerable.
La cebra de Grevy, siempre muy abundante en la sabana junto a ñús y jirafas, igualmente se halla en situación precaria debido a la desaparición de su hábitat natural y a la creación de cercados para beneficiar al ganado doméstico de algunas tribus.
Hasta el león, felino depredador tan habitual en África, está acorralado por la presión del ser humano. Algunos expertos aseguran que en apenas medio siglo la población del otrora “rey de la selva” ha pasado de casi medio millón a sólo unos 20.000 ejemplares. Su existencia puede entrar en zona de alerta máxima.
La lucha contra las mafias de traficantes y granjeros que controlan el comercio de marfil, pieles, cuernos, etc. no debe cesar, de ahí que la destacada labor que vienen desplegando los diferentes gobiernos con sus parques y reservas naturales sea la máxima garantía para proteger al extraordinario abanico de fauna que habita a lo largo y ancho del continente africano y en la Gran Falla de un modo muy concreto.
El Rift Valley, es la mayor fractura de la corteza terrestre producida por fuerzas tectónicas y atraviesa toda África de norte a sur. A lo largo y ancho de sus 6.500 kilómetros presenta diferentes ecosistemas de gran biodiversidad, no en balde las mismas fuerzas geológicas acabaron convirtiendo el territorio en un lugar propicio para la aparición de extensos y profundos lagos, pantanos, cataratas, cordilleras, sabanas y bosques húmedos, aparte de seguir existiendo algunos volcanes aún en actividad. Enclaves donde los expertos encontraron fósiles y han llegado a ubicar posiblemente la existencia de los primeros homínidos.
Un paraíso natural que se ha ido transformando en el hábitat de una amplia y variada riqueza de fauna. Fascinantes escenarios que comenzaron a formarse hace treinta millones de años, donde vive una de las poblaciones humanas más densas de todo el continente negro, un extraordinario calidoscopio perteneciente a infinidad de culturas, religiones y castas que hablan lenguas y dialectos distintos.
La Gran Falla, una de las áreas volcánicas más espectaculares del mundo, es una enorme grieta en la faz de la tierra que sigue evolucionando y puede terminar por desgajar en dos partes todo el continente africano.
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