LA GRAN FALLA AFRICANA



África, tierra misteriosa y fascinante, el continente negro, así denominado por el color de la piel de la mayoría de sus habitantes o quizás por la oscuridad de nuestros conocimientos sobre el mismo. Un poderoso gigante dormido desde hace millones de años y regido por dioses que se asegura son seres vivientes. Un mundo tenebroso, como citó el periodista Henry Morton Stanley en sus relatos, donde el hombre blanco, pese a lo que pueda llegar a creerse, apenas si desempeña un pequeño papel.
África es un enorme territorio en el que se aglutinan los más variados, bellos y violentos contrastes, desde la selva húmeda del nordeste del Congo y Rwanda hasta los inhóspitos desiertos del Sahara o el Kalahari, la gran sabana, las áreas pantanosas del Okawango e incluso las cumbres heladas del Kilimanjaro. Todo un abanico geográfico con los climas más extremos que da lugar a una extraordinaria amalgama de fauna y flora, al margen de infinidad de grupos étnicos, ritos y costumbres. Este extraño continente continúa encerrando muchos misterios aún no descifrados, no en balde los nativos siguen efectuando diabólicos pactos para tratar de subsistir, recelando de los hombres blancos y con pavor a sus dioses a los que no ven, pero cuyo poder temen.
Durante siglos, el litoral del este africano ejerció de punto de partida para adentrarse en el interior del continente. Primero fueron los mercaderes árabes a la caza de esclavos, marfil, sal y copra, para embarcarse en Zanzíbar en ruta hacia Arabia y Europa. Posteriormente, el descubrimiento de las fuentes del Nilo fue uno de los sueños de los grandes exploradores. Hombres como Livingstone, Stanley, Speke, Burton, Grant y tantos otros empezaron a descubrir este inmenso territorio. Sin embargo, la verdadera historia comenzó mucho antes, millones de siglos antes…

UNA GRIETA EN LA FAZ DE LA TIERRA
Una amplia franja de tierra se ha ido desgajando de forma incesante a lo largo de millones de años creando un mundo de paisajes nuevos, rebosantes de animales y plantas característicos. Ninguna otra zona del planeta ha sido en toda su existencia escenario de una eclosión evolutiva comparable.
La Gran Falla es una gran fractura geológica cuya extensión total supera los 6.500 kilómetros en dirección norte-sur. Aunque generalmente se habla de la misma para referirse sólo a su parte africana, desde Djibuti a Mozambique, lo cierto es que también se extiende hasta el Mar Rojo y el valle del río Jordán. Comenzó a formarse hace unos treinta millones de años y sigue creciendo en la actualidad, tanto en anchura como en longitud, expansión que con el tiempo muy posiblemente se convertirá en una cuenca oceánica (de hecho, ya lo es en la zona del mar Rojo debido a su comunicación con el océano Índico). Los constantes temblores de tierra y emersiones de lava de los volcanes contribuyen a este crecimiento y, de seguir a este ritmo, el fondo del valle quedará inundado por las aguas marinas de forma total dentro de otros diez millones de años. Con ello, África habrá quedado separada en dos continentes distintos que procederán a distanciarse más aún hasta dar origen a un nuevo océano.  Esta fisura larga y ondulante que nace cerca del Mar Rojo, crea zonas montañosas y valles en su camino hacia el sur, atraviesa los montes y desiertos etíopes salpicados de cráteres y lagos, a la vez que la cruzan otras fallas secundarias.
A la altura del África central se divide en dos valles distintos, como un collar oblongo que rodea al lago Victoria. Ambos brazos se vuelven a unir más al sur, en Tanzania, prolongándose hasta Malawi y Mozambique. El brazo oriental acoge en su interior grandes extensiones de sabana por las que se mueven enormes manadas de mamíferos. En el brazo occidental, en cambio, predomina la selva y se convierte en el hábitat de otro tipo de fauna. El sistema también acoge la mayor elevación del continente africano, el volcán Kilimmanjaro (que se formó tras una única y constante salida de magma que duró un millón de años), y a algunos de los mayores lagos africanos, como el Turkana, el Tanganyika o el Malawi. También se considera al lago Victoria el segundo lago más grande del mundo, como parte del sistema, aunque en realidad se encuentra en el terreno situado entre los dos ramales antes citados. Entre las cordilleras que corta o siguen a lo largo del Valle están el macizo etíope y los montes Mitumba. También son abundantes los lagos salados, tanto presentes como ya secos, que emergen a través de las grietas en el terreno y no son producto de la lluvia.
La Gran Falla aún es joven y sigue evolucionando cada año. Los volcanes que cruzan el brazo occidental del collar siguen desgarrando la corteza, proporcionando al mismo tiempo una capa de lava a sus valles y a las laderas de las montañas. No importa que formas de vida sucumban a este proceso, dado que otras le sucederán. Cuando la lava fluye u origina una explosión de cenizas al encontrarse con aguas subterráneas, cubre la superficie de los valles, algunos de los cuales tiene una capa de cenizas y lava más espesa que el hielo del Antártico, y dentro de ella, como prensadas en un libro, están las sucesivas capas de millones de años de vida.
La ruptura del continente africano ejercida por el Gran Valle del Rift, es la responsable también de que en el este del continente el clima sea más seco que en el oeste. Debido a ello, en esta parte de África apareció primero la sabana, y los simios locales, que hasta entonces vivían en las ramas de los árboles, debieron hacerse terrestres y dieron lugar a los primeros homínidos. La gran grieta ha dejado también al descubierto cientos de metros de estratos geológicos, por lo que los fósiles y la historia geológica en general de esta parte de África son los mejor conocidos de todo el continente negro.
Algunos geólogos consideran que los fenómenos importantes más recientes en la formación de este sistema de fallas se han producido en el transcurso de los últimos diez mil años.
Los somalíes, haciendo alusión quizás a una época anterior a la formación de las grandes fallas, aseguran que sus antepasados cruzaban a pie enjuto de Arabia hasta África, atravesando lo que actualmente es el estrecho de Bab el Mandeb, en la extremidad sur del Mar Rojo.

Por su parte, los indígenas de Ujiji, donde el explorador Livingstone estableció su campamento en el curso de la expedición que le llevó al descubrimiento del lago Nyassa en 1859, relatan antiguas leyendas sobre la zona africana de la Gran Falla. En ellas se cuenta cómo una inundación incontenible sumergió un día bajo sus aguas a llanuras en las que abundaban tanto el ganado como la caza; de esta suerte se formó el lago Tanganyka.
Los europeos no estudiaron ni sospecharon siquiera ese pasado turbulento hasta finales del siglo XIX, dado que las potencias coloniales no solían abandonar la costa para adentrarse en el interior del continente. Durante centenares de años las caravanas árabes, que comerciaban con esclavos, marfil y especias, habían cruzado la Gran Falla al viajar desde la costa de Mombasa hasta Uganda; sin embargo, no existía mapa alguno de esa parte del mundo.
En 1883, el naturalista alemán Gustav Fisher fue el primer europeo que se adentró en el país masai y describió la región que se extiende desde el volcán Ol Doinyo Lengai, en la actual Tanzania, hasta un punto situado al norte del lago Naivasha, en Kenya, donde se le agotaron los víveres. Acababa de explorar la Gran Falla. Pero el descubrimiento de mayor impacto tuvo lugar en 1887, cuando un deportista húngaro, el conde Samuel Teleki, y un artista alemán que le acompañaba, Ludwig von Höhnel, lograron adentrarse a pie hasta casi quinientos kilómetros de la costa y descubrieron el extenso lago cuya existencia era considerada hasta aquel momento como mera leyenda. Su nombre africano era Basso Narok, y de su presencia estuvieron informadas desde siempre las tribus africanas. Tras el hallazgo de ese lago, Teleki sustituyó el nombre de Basso Narok por el de lago Rodolfo, en honor al príncipe heredero de Austria, que apadrinaba la expedición.
Desde la época de John Walter Gregory, el primer geólogo que exploró el valle del Rift, los geólogos han ido completando poco a poco sus investigaciones.
El océano Índico es uno de esos mares jóvenes y la isla de Madagascar no es más que un pedazo de África separado de dicho continente.

UNA OROGRAFÍA ESPECTACULAR
El vulcanismo es una de las manifestaciones más espectaculares de los fenómenos de las fallas y fiel testigo de la prosecución del proceso de deriva de los continentes. En efecto, el Mar Rojo y el golfo de Adén se van ensanchando poco a poco y todo nos lleva a creer que en la actualidad África Oriental está sometida a un proceso de descuartizamiento: dentro de algunos millones de años es posible que la Gran Falla acabe convirtiéndose en un nuevo mar.
Desperdigados a lo largo de toda la Falla, hay volcanes en actividad o dormidos, en tanto que los desprendimientos de vapor y las fuentes termales aportan un testimonio adicional de esa actividad subterránea.
La Gran Falla es una de las áreas volcánicas más espectaculares del mundo. La mayor parte de los volcanes se extinguieron hace mucho tiempo y sus conos gigantescos constituyen en la actualidad los picachos más elevados, como unos cadáveres geológicos que dominan la tierra que los creó. Sin embargo, una treintena de ellos aún dan muestras de actividad. Con ello vienen a significar que en las entrañas de la Tierra, las fuerzas tendentes al desgarramiento del continente siguen presionando a lo largo de la gran escarpadura africana.
Tomando como punto de partida el desierto danakil en el periplo de esta enorme grieta africana, cabe considerar que esta zona es conocida por sus temperaturas extremas. De hecho es uno de los lugares más inhóspitos del planeta. Está situado muy cerca del Mar Rojo y administrativamente ocupa parte del nordeste de Etiopía, el sur de Eritrea y gran parte de Djibuti.
El desierto danakil es tal vez el punto más bajo de la Tierra no cubierto por agua ya que está situado a más de un centenar de metros bajo el nivel del mar.
El desierto está encima de una grieta en la corteza terrestre. Una gigantesca llanura salpicada de formaciones de sal y  azufre cuya actividad volcánica es muy frecuente. En el volcán Dallol, el paisaje es impresionante, con fuentes ardientes con una gama de colores brillantes que van del naranja al verde, pasando por el blanco y el amarillo, debido al azufre y otros minerales. Estas formaciones de minerales que salen de las entrañas de la tierra crean un panorama que parece de otro planeta. Este es el lugar con mayor temperatura media más alta en un lugar habitado. Algunos científicos y geólogos creen que debido al calentamiento global, el mundo puede acabar siendo muy similar a este infierno de Etiopía y, por lo tanto, estudian este entorno y cómo viven allí animales y seres humanos.
Otro volcán es el Erta Ale, el único del planeta que mantiene en su cráter un lago de lava permanente. Su última erupción tuvo lugar en 1960. El humo que en ocasiones surge de las grietas achicharradas del suelo hace pensar, sin duda, que cuanto existe bajo tierra es un auténtico infierno.
Existen, además, una treintena de volcanes activos o no entre Eritrea y Etiopía, de ahí que se considere que esta cuenca está situada sobre una de las áreas tectónicas más activas de todo el continente.
Kenya es el siguiente eslabón dentro de la Gran Falla, siendo el monte Kenya con sus 5.199 metros el más alto de África después del Kilimanjaro. Está formado por diferentes picos (Batian, Punta Lenana, Nelson y Coryndon son los principales) y casi todos son de origen volcánico. Estos picos se encuentran en el centro de la montaña y tienen una apariencia alpina debido a su naturaleza escarpada. Entre ellos suelen separarles profundas grietas.
El monte Kenya es un estrato-volcán que se estima surgió hace tres millones de años después de aparecer el Rift Walley.
Una superficie de 715 kilómetros cuadrados alrededor de la montaña se encuentra bajo protección ambiental conformando el Parque Nacional del monte Kenya, creado en 1949. En abril de 1978 la zona fue designada reserva de la biosfera por la UNESCO. Dada la belleza paisajística de todo el entorno, es un enclave turístico por excelencia.
Al margen del monte Elgon, que se encuentra en la frontera con Uganda, cabe destacar también la cordillera de los Aberdares, al norte de Nairobi, con una elevación máxima de 3.500 metros, así como una serie de colinas diseminadas a lo largo y ancho de todo el país, tales como: Ngong, Leserin, Loita, Chyulu, Cherangany y Taita.
En pleno corazón de la Gran Falla y situado muy cerca del lago Naivasha, se halla el volcán Longonot. Se considera inactivo y su cráter circular está cubierto de arbustos y matorrales. No obstante, de las laderas formadas de lava de la garganta inmediata al volcán, surgen ocasionalmente unas fumarolas a través de grietas que todavía persisten. Un olor a fuego y azufre impregna el ambiente próximo al volcán. Todo apunta a que este lugar representa el auténtico umbral de lo que algunos expertos llegaron a calificar como “la puerta del infierno”.
En territorio de Uganda, el Parque Nacional del Monte Elgon se encuentra situado en el este del país, diez kilómetros al este de Mbale y de Budadiri, lindando por el sudeste con Kenya a lo largo de una treintena de kilómetros. Su cota más alta se eleva a los 4.321 metros de altitud sobre el nivel del mar. El monte Elgon es un antiguo volcán extinto que hace miles de años sobrepasaba en altura al Kilimanjaro. A su alrededor la variedad de bosques permite la existencia de una fauna variada, predominando los primates, antílopes pequeños, elefantes y búfalos. Se han catalogado, además, unas trescientas especies diferentes de aves, incluyendo algunas que no se encuentran en otros lugares de Uganda.
La cadena de montañas Ruwenzori, situada en la frontera con la República Democrática del Congo fueron a menudo consideradas como las “Montañas de la Luna” ya mencionadas por los griegos como las fuentes del Nilo, pero sus descripciones eran demasiado vagas para saberlo con certeza. Fueron descubiertas casi dos mil años más tarde por Henry Morton Stlanley en 1889. La cadena tiene unos 120 kilómetros de largo por 65 de ancho. Consta de seis macizos separados por profundos valles: los montes Stanley son los más importantes, con varias cumbres elevadas. Incluye el pico Margarita, cuya primera ascensión se llevó a cabo en 1906 por el duque de los Abruzos.
La flora de Ruwenzori es muy variada, yendo desde la selva tropical a los glaciares. Debido a las condiciones de temperatura y a las lluvias constantes y significativas durante todo el año, algunas especies se desarrollan de forma exuberante. Estas montañas surgieron con el levantamiento de los bordes de la parte occidental del valle del Gran Rift y están formadas por rocas metamórficas.

Más al sur del lago Eduardo y a lo largo del borde septentrional de Rwanda, la República Democrática del Congo y Uganda, las montañas Virunga son una cadena de volcanes que forman una parte muy importante del Gran Valle del Rift. Esta excepcional cordillera la constituyen ocho volcanes mayores, casi todos pasivos a excepción del monte Nyiragongo (3.470 metros), cuyo cráter principal tiene dos kilómetros de ancho y en él hay un lago de lava; y el Nyamuragira (3.063 metros) ambos situados en el Congo. Dichos volcanes hicieron su más reciente erupción en el 2002. El monte Karisimbi (4.507 metros) es el más elevado y Sabinyo (3.634 metros) el más longevo.
Las montañas Virunga son el hábitat del gorila de montaña, que se encuentra en grave peligro de extinción a causa de la caza furtiva y de las guerras que han asolado esta zona del país.
En torno a esta cordillera existen tres parques nacionales: el Virunga en la República Democrática del Congo; el de los Volcanes en Rwanda y finalmente el Parque Nacional del Gorila Mgahinga en Uganda.
Tanzania es otro de los países importantes que se hallan inmersos en la Gran Falla, no en balde su territorio se ve afectado por multitud de accidentes geográficos derivados de la misma. Uno de los más relevantes es, sin duda, el Kilimanjaro, que registra la mayor altitud de todo el continente africano. Situado al nordeste del país, está formado por tres volcanes inactivos: el Shira (3.962 metros), el Mawenzi (5.149 metros) y finalmente el Kibo, el más reciente desde el punto de vista geológico, situado entre ambos y cuyo pico, el Uhuru se eleva hasta los 5.891,6 metros de altitud. El calentamiento global le está afectando de forma decisiva: se están reduciendo de forma progresiva sus famosos campos de hielo de la cumbre, además de sufrir un importante proceso de deforestación en sus laderas.
En el Parque Nacional de Arusha y a unos setenta kilómetros del Kilimanjaro, se ubica el monte Meru (4.565 metros), el cual registra en su cráter numerosos episodios de actividad volcánica. Está rodeado de sabana y zonas amplias de mucha vegetación que albergan muchas especies de animales salvajes.
Más hacia el oeste, al sur del lago Natron, se encuentra la garganta de Olduvai. Los barrancos de este espectacular cañón también son conocidos oficiosamente con el sobrenombre de “cuna de la humanidad”. Hace millones de años, este emplazamiento estuvo ocupado por un gran lago, cuyas orillas se cubrieron con depósitos sucesivos de cenizas volcánicas. Posteriormente, la actividad sísmica produjo la modificación de la red fluvial, frenándose el lago y comenzando a erosionar los sedimentos. Actualmente, en las paredes de la garganta, ha quedado al descubierto un conjunto estratigráfico de un centenar de metros de espesor en el que se han diferenciado hasta siete niveles principales. Olduvai está considerado uno de los enclaves más importantes del África Oriental por lo que se refiere a yacimientos paleontológicos y arqueológicos. El profesor Louis Leakey y su esposa descubrieron a partir de 1930 restos de numerosos utensilios de piedra muy bien tallados. Continuaron trabajando en la zona y realizando interesantes descubrimientos. En 1959 hallaron el cráneo de un homínido y dos años después un ejemplar fósil de homo hábilis de unos dos millones de años y mayor capacidad craneal que el conocido como Australopithecus. A su muerte, fue su hijo Richard quien continuó su labor en esta zona de África.
Ol Doinyo Lengai que significa la “ Montaña de Dios” en lengua masai, es un volcán muy activo con bastante frecuencia en las últimas décadas. Derrama un torrente de lava rica en álcali en el transcurso de su erupción. Este tipo de lava, negra a su salida del cráter, es, químicamente hablando, muy inestable. En apenas 48 horas blanquea sobre las laderas del cono, dado que al entrar en contacto con el aire húmedo, se transforma en cristales de carbonato sódico, también llamados cristales de sosa o sosa pura.
El territorio tanzano es pródigo en estas impresionantes calderas, la mayoría cubiertas de gran vegetación, pero de forma muy concreta el área delimitada por los lagos Natron, Eyasi y Manyara. Merecen una consideración especial los cráteres Embagai, Ololmuti y Embulul, con una mención destacada para el Ngorongoro, el cráter inactivo donde explota la vida, dado que en su interior (con sus más de 17 kilómetros de diámetro) tiene cabida un lago y todo un paraíso natural habitado por una extraordinaria riqueza de fauna salvaje.

(Ver interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)

PRÓXIMO CAPÍTULO  :  LA REGIÓN DE LOS GRANDES LAGOS