PEDRAZA

VILLA MEDIEVAL AMURALLADA


Se trata de un municipio y localidad española de la provincia de Segovia, en la comunidad autónoma de Castilla y León. cuya rehabilitación motivó su declaración como Conjunto Histórico en 195 El término municipal, cuya población asciende a 340 habitantes (INE 2020), incluye las localidades de Pedraza, Rades de Abajo y La Velilla.

 
        UNA DILATADA HISTORIA

Su nombre parece derivar de la Pretaria romana, aunque los primeros datos históricos se remontan a Fernando Gómez de Albornoz, comendador mayor de Montalbán, que fue nombrado por el rey Enrique II de Castilla señor de Pedraza (privilegio datado el 10 de junio de 1369). Posteriormente pasó a manos de la familia Herrera y a finales del siglo XV pasó a los condestables de Castilla por el matrimonio entre Blanca Herrera y Bernardino Fernández de Velasco. Se mantuvo en estas manos hasta que en el siglo XIX se abolieron los señoríos. Los condestables se asentaron allí, siendo el lugar sitio de paso para grandes personalidades, como artistas, nobles y monarcas.

En los siglos XVI y XVII tuvo lugar la época de mayor esplendor del pueblo, y es de cuando datan la mayor parte de casas y palacetes. Esta prosperidad se debió, entre otros motivos, a la exportación hacia el norte de Europa de la lana de sus rebaños de ovejas merinas y a sus excelentes tejidos, capaces de competir con los mejores que se elaboraban en Flandes

        MONUMENTOS Y LUGARES DE INTERÉS 
 
Puerta de la villa

La puerta de la villa es el único acceso a Pedraza, y por tanto es utilizada como entrada y como salida única del pueblo. Sus orígenes se remontan al siglo XI, y fue reconstruida en el siglo XVI siendo señor de Pedraza Íñigo Fernández de Velasco, cuyo escudo preside la entrada. Los portones son de madera de álamo negro y durante varios siglos eran cerrados durante la noche impidiendo la entrada o salida de cualquier persona salvo emergencia; en tal caso era el carcelero el responsable de abrir la puerta.

Cárcel

La cárcel de Pedraza está situada en lo que en un principio fue una torre vigía en el lugar donde se encuentra la puerta de la villa. En ella vivía el carcelero y había varias salas anexas donde malvivían los presos. Para los delincuentes comunes, normalmente ladrones, existían dos celdas hechas de madera de 3x3 metros por las que apenas entraba la luz y en las que podían estar prisioneros hasta quince personas durante varios días. Para los delitos de sangre se reservaba un destino más cruel, pues los presos eran arrojados individualmente a una habitación inferior, lo que provocaba de forma frecuente lesiones o roturas en piernas y tobillos, con lo que se reducía casi a cero la posibilidad de fuga. El preso fallecía a los pocos días, y como el carcelero tenía que llamar al verdugo de Segovia y pagarle para que se llevase el cadáver, al siguiente preso que arrojaba a dicho habitáculo le daban una cesta y era él mismo el encargado de recogerlo y dárselo al carcelero, quien lo vendía como abono para las tierras. Los demás presos, eran arrojados a otra habitación por una trampilla, lo que también provocaba roturas de miembros. Aparte del castigo físico que suponía una caída desde varios metros, los criminales sufrían el tormento de habitar en una estancia especialmente diseñada para que los excrementos de los presos de los pisos superiores fueran evacuados en ella. Todo ello producía una lenta agonía en el preso hasta que moría fruto de las heridas o de infecciones. Existía otra habitación para los presos preventivos, en la que de día estaban sueltos pero que al llegar la noche y por seguridad del carcelero, que vivía allí en la cárcel, se les echaba en una tabla de madera con los pies sujetos en un cepo y la cabeza enganchada con un grillete a la pared o los colocaba de pie sobre la pared y les ponía un grillete sujetándoles la cabeza, según la crueldad del carcelero, a la altura del preso o a una altura más elevada para que el preso pasara la noche de puntillas. La cárcel fue restaurada en el siglo XX y se conserva como museo, mostrando lo que era una cárcel medieval.

Castillo

El castillo de Pedraza es una fortaleza construida en el siglo XIII que se reedificó en el siglo XV por García Herrera. A principios del siglo XVI los duques de Frías, Condestables de Castilla, reformaron el castillo de nuevo, añadiéndole el gran muro defensivo adherido a la torre del homenaje y el muro exterior dotado de cañoneras y un puente levadizo (hoy desaparecido). El castillo cuenta con una imponente torre del homenaje, foso, y está rodeado en la mayoría de su perímetro por un precipicio

En esta fortaleza estuvieron prisioneros dos hijos del rey Francisco I de Francia, el delfín Francisco III de Bretaña y su hermano menor que reinó como Enrique II de Francia. Habían sido entregados por su padre como rehenes al emperador Carlos V. Para liberarlos, el rey francés debía cumplir los acuerdos del Tratado de Madrid, de 1526, firmado tras la derrota del ejército de Francisco I en la batalla de Pavía, donde fue hecho prisionero. En el castillo de Pedraza permanecieron durante dos años, hasta marzo de 1530, cuando por la Paz de las Damas fueron devueltos a Francia. Anteriormente habían estado en los castillos de Villalba, Villalpando y Berlanga de Duero y una corta etapa de descanso en Castilnovo. Al igual que Pedraza, todas estas fortalezas pertenecían a la familia Fernández de Velasco, duques de Frías y condestables de Castilla. La documentación sobre estos hechos se conserva en el Archivo General de Simancas.

En 1926, el pintor Ignacio Zuloaga adquirió el castillo y lo restauró severamente, instalando allí un taller. Los herederos del pintor adaptaron una de las torres para la exposición al público de una parte de la obra del artista.

Otros puntos de interés

  • Iglesia de San Juan: Una iglesia construida en estilo románico, posteriormente remodelada con detalles barrocos.

  • Cárcel de la villa, situada junto a la única puerta de acceso a la localidad, data del siglo XIII, con reformas posteriores.

  • Plaza porticada de estilo castellano.

        Cultura 

La noche de las velas

La localidad es adornada con miles de velas a comienzos del mes de julio (primero y segundo sábados de dicho mes). Se apagan las luces públicas y se cierran muchas ventanas si se quiere prender alguna luz con el fin de resaltar la iluminación de las calles, ventanas, plazas, jardines y patios. La simple colocación de las velas encendidas tarda varias horas al caer la tarde. Esa noche se suele celebrar un concierto y el aforo al pueblo es limitado. 

 
Fiestas en honor a la Virgen del Carrascal

Del 7 al 12 de septiembre se celebran en Pedraza las fiestas en honor a la Virgen del Carrascal. Tiene especial relevancia en estas fiestas la procesión con la imagen de la Virgen, que se celebra el día 8, y el encierro de toros que se realiza el día 9.

Leyendas
  • Leyenda del Castillo. Que cuenta la historia de desamor en el siglo XIII entre dos jóvenes locales enamorados, llamados Elvira y Roberto que acabó con el asesinato de él por parte del conde del castillo esposo de Elvira y el posterior suicidio de ella. Desde entonces muchas personas afirman que durante algunas noches del año, por el castillo se puede ver paseando a dos figuras con aureolas de fuego sobre sus cabezas, fantasmas que algunos atribuyen a los malogrados amantes.​

  • Leyenda del Tuerto Pirón. El Tuerto de Pirón era un bandolero nacido en la localidad vecina de Santo Domingo de Pirón. Fernando Delgado Sanz, apodado el Tuerto de Pirón, robaba a los ricos, asaltaba iglesias y caminos, la villa de Pedraza donde tuvo gran actividad, fue el extremo norte de su zona de control.

        Gastronomía

La gastronomía de la localidad corresponde a la tradicional de la provincia, destacando el cordero asado, el judión de la Granja, el cochinillo asado o el ponche segoviano. 

 
        Escenario cinematográfico

Como enclave medieval incomparable, Pedraza ha servido de escenario para el rodaje de diversas películas como Jeromín, Los cien caballeros, Los tres Mosqueteros, Teresa de Jesús, etc. y series de televisión como. Isabel, Toledo, cruce de destinos, El pícaro, Águila Roja o Tierra de Lobos.

Dados los múltiples atractivos de esta villa medieval, merece, sin lugar a ningún género de dudas, una detenida visita. Recorrer sus calles y conocer su ambiente resulta para el viajero una experiencia recomendable.


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