SÍMBOLO
DE JODHPUR (India)
Jodhpur es en actualidad la segunda ciudad de
Rajasthan, con una población que puede rondar los 700.000 habitantes. Es una
importante base militar y un centro de investigación para la agricultura de
zonas áridas. Sin embargo, en muchos aspectos no ha cambiado demasiado con
respecto a la antigua ciudad fortificada que se construyó bajo la protección
del fuerte de Mehrangarh.
Es en esta antigua Rajputana, antaño tierra
de absoluto dominio de los rajputs,
en las proximidades de las colinas de Aravalli y el desierto del Thar, donde se
alza Jodhpur.
Denominada la ciudad azul, es un compacto
amasijo de casas celestes alrededor del fuerte de Mehrangarh. El azul procede
del índigo que se añade a la cal con que se recubren las superficies exteriores
de las viviendas, Originalmente el color servía para identificar las
residencias de los brahmanes, pero la práctica se extendió al resto de casas
cuando circuló el bulo de que esos tonos ahuyentaban a los mosquitos y
mejoraban la refrigeración.
En la ciudad, las murallas del siglo XV
permanecen en pie, salpicadas de puertas enormes, y el casco antiguo es un
lugar fascinante, con su laberinto de callejuelas, sus haveli y sus elegantes aljibes medievales.
Darse un paseo por sus intrincadas
callejuelas, comenzando en la vieja Fateh Pol (puerta de la victoria), pasando
por el aljibe de Jetha Bera (siglo XV), la calle de Jaisalmeriyon Ki Gali, el
hermoso Talati Ka Mahal, que es un palacio convertido en hospital, y terminando
en el Juni Dhan Mandi, el antiguo
mercado de cereales, resulta realmente encantador. Todo ello sin olvidar un
recorrido por los pequeños y abarrotados bazares situados junto a la torre del
reloj, donde se pueden encontrar las famosas ajorcas de cristal de Jodhpur, espadas,
zapatillas de cuero y vistosas telas estampadas a mano. Sin duda, un
maravilloso lugar donde el visitante debe perderse
LA
IMPRESIONANTE FORTALEZA
A lo largo y ancho del Rajasthan indio hay
numerosas fortalezas, pero muy pocas son comparables al fuerte de Mehrangarh.
Ubicado en un precipicio rocoso de alrededor de 140 metros de altura, desde su
emplazamiento se domina todo el paisaje circundante. De hecho, desde este punto
se divisa el fuerte de Kumbhalgarh que se encuentra a 130 kilómetros de distancia.
El fuerte de Mehrangarh parece salido de la
propia roca y, en realidad, algunas partes de la muralla forman parte de la
montaña El acceso se realiza por una pendiente tortuosa y a través de siete
puertas fortificadas, resultando bastante complicado. Se entra por la altísima
Jai Pol (puerta de la victoria). En Dedh Kangra Pol pueden verse las huellas de
los cañonazos disparados por el ejército de Jaipur en su intento de conquistar
la ciudad de Jodhpur en 1807.
Al traspasar Dedh Kangra Pol hay una curva de
180 grados para dificultar posibles ataques y finalmente se llega a Loha Pol
(puerta de hierro) del siglo XV, junto a la cual pueden verse las huellas de la
mano de quince satis reales, las ranis que se inmolaban en las piras
funerarias de sus maridos difuntos.
En las murallas del fuerte, que alcanzan los
40 metros de altura en algunos puntos, puede observarse una batería de
esplendidos cañones medievales. Algunos de estos cañones formaban parte del
botín de guerra obtenido de los enfrentamientos con los reinos de Gujarat y
Jalore.
El fuerte propiamente dicho se divide
básicamente en tres áreas: el patio exterior, con sus antiguos establos y
cocinas; la sala del durbar, las
salas de recepción y los palacios de los maharajás; y, por último, el zenana o conjunto de palacios de las
reinas. Este complejo palacial, construido alrededor de una serie de patios
comunicados y decorados con sorprendentes tallas de arenisca, se comenzó a
construir en 1459 y fue ampliado a lo largo de los siglos por varias generaciones
de maharajás. A mano derecha, según se entra, se encuentra el trono de mármol
blanco donde fueron coronados desde entonces todos los príncipes de Jodhpur.
EL
MUSEO DE MEHRANGARH
Está considerado uno de los mejores de todo
el Rajasthan y, sin duda, es el que ofrece las mejores instalaciones. En una de
sus secciones se puede contemplar una interesante colección de palanquines,
entre los que destaca el mahadol, con
molduras doradas y techo abovedado, que le fue arrebatado al gobernador de
Gujarat en 1730. A continuación se encuentra la sección howdah (compartimento que por lo general se sitúa a lomos de un
elefante), que constituye una de las mejores colecciones del mundo en su
género.
Man
Vilas o la armería, cuenta con una de las mejores colecciones
de armas de toda la India. En ella puede contemplarse desde morteros
medievales, con forma de cocodrilo, hasta escudos decorados con piedras
semipreciosas.
Las espadas son especialmente interesantes ya
que existen desde espléndidas espadas mogoles damasquinadas. Hay también una
colección muy interesante de más de cien tipos de turbantes distintos,
procedentes de todo el Rajasthan.
Al entrar en Umaid Vilas se puede contemplar una excelente colección de
miniaturas de las principales escuelas del Rajasthan, pero principalmente, como
es lógico, de la de Jodhpur.
Las primeras miniaturas estaban muy influidas
por el arte jainí, pero, en el siglo
XVIII, como consecuencia de las estrechas relaciones que mantuvo Jodhpur con la
corte de Delhi, comenzó a manifestarse una marcada influencia mogol. Hay dos
pinturas particularmente interesantes: una representa a un maharajá jugando al holi (festival hindú que se celebra en
primavera) con sus reinas, arrojándose colores ceremoniales. La otra pintura
retrata a un maharajá y a sus reinas, jugando al polo.
Takhat
Mahal es una enorme alcoba real, con paredes exquisitamente
lacadas, en las que se representan escenas de bailarinas y amantes legendarios.
Llaman la atención los brillantes globos de colores que cuelgan de las vigas
del techo; en realidad se trata simplemente de adornos navideños que alguien,
curiosamente decidió añadir a la decoración en los años treinta. En Ajit Vilas, situado a continuación, se
pueden contemplar los extravagantes trajes de seda, de varias generaciones de
maharajás.
Phul
Mahal (palacio de las flores) se encuentra subiendo unas
escaleras y es incluso más impresionante que el Moti Mahal. Fue construido en el siglo XVIII como sala de
audiencias privadas, y en sus paredes, magníficamente pintadas, se representan
las diversas ragas musicales
(melodías indias clásicas).
En Sardar
Vilas se encuentran algunos ejemplos clásicos de la famosa artesanía en
madera de Jodhpur; una colección de puertas talladas, lacadas y decoradas con
incrustaciones de oro y marfil.
KHAB
KA MAHAL Y JHANKI MAHAL
A través de Khab ka Mahal, que albergaba
antiguamente el despacho oficial del primer ministro y una sala de reunión para
los nobles Rathor, se accede al Jhanki Mahal (palacio de las miradas). Este
palacio fue llamado así por las celosías de arenisca exquisitamente talladas, a
través de las cuales las mujeres solían contemplar el mundo exterior sin ser
observadas por ojos fisgones. Las celosías de piedra están tan bien talladas
que parecen encajes. En todo el palacio hay más de 250 tipos de celosías
diferentes, cada uno de los cuales tiene su propio nombre, como por ejemplo chaupar (damero) o chaufulia (flor de cuatro pétalos). En las paredes de Jhanki Mahal
hay numerosos espejos antiguos, en los cuales debieron de admirarse las hermosas
ranis de Jodhpur generación tras
generación. Se puede contemplar también un fabuloso despliegue de cunas, que
van desde lo exótico (valga como ejemplo la espléndida cuna con espejos y
adornos de pavos reales) hasta lo más extravagante.
MOTI
MAHAL
Este “palacio de las perlas” es una sala del
trono construida a finales del siglo XVI. A juzgar por su tamaño y
magnificencia, debió de ser concebido originalmente como sala de audiencias
públicas (Diwan-i-Am). El techo está magníficamente decorado con espejos y
molduras en oro (se asegura que en su elaboración se emplearon 36 kilos de
oro). Las paredes están lustrosamente pulidas y decoradas con una triple franja
de elegantes nichos en los que antiguamente parpadeaban las lámparas, reflejando
el lustre de las paredes. En su extremo hay un trono de plata octogonal y una
valiosa reliquia del siglo XVII.
JASWANT
THADA
Se halla bajando del fuerte y se trata del
elegante cenotafio de mármol del maharajá Jaswant Singh II (1873-1895) y de los
demás maharajás de Jodhpur que murieron en el siglo XX. Las esposas y
concubinas realizaban el sacrificio del sati
en la pira funeraria de Jaswant. Los cenotafios de los soberanos anteriores se
encuentran en Mandore.
MAGNÍFICO
UMAID BHAWAN PALACE
Al margen del fuerte de Mehrangarh, la otra
joya de Jodhpur, es el gigantesco palacio de Umaid Bhawan, que se distingue por
haber sido una de las residencias privadas más grandes del mundo. Tiene 347
habitaciones y en su construcción se emplearon más de 70.000 metros cúbicos de
arenisca y mármol. Pero lo verdaderamente curioso es la razón por la que se
construyó a comienzos de los años veinte. Jodhpur padecía una gran hambruna, y
la construcción de este enorme palacio fue uno de los proyectos públicos
destinados a crear empleo. Las obras duraron quince años. El palacio fue
diseñado por un arquitecto inglés, H.V. Lanchester, que era un admirador de
Lutyens, el diseñador de Nueva Delhi, y tanto en el estilo como en el diseño
del Umaid Bhawan se puede ver un reflejo del Rashtrapati Bhawan de Delhi.
La decoración interior es de estilo art decó. El palacio incluía dos teatros
y una piscina cubierta hasta su propia planta generadora de aire acondicionado.
Por desgracia, sin embargo, no todo salió según lo previsto. El mobiliario del
palacio, por ejemplo, que se había encargado a la empresa Maples de Londres,
fue destruido en dos ocasiones: la primera cuando el barco que lo transportaba
a la India fue torpedeado durante la Segunda Guerra Mundial, y la segunda
cuando los almacenes de la empresa londinense fueron bombardeados por los
alemanes. El vestíbulo del palacio, con sus increíbles escaleras de mármol y
sus trofeos de caza, es impresionante, pero no lo es tanto como la sala central
bajo la cúpula de 60 metros de altura. (Los más antiguos del palacio recuerdan
un banquete que se celebró en los años cuarenta, con la asistencia de más de
mil personas). La sala de recepciones cuenta con murales pintados por un
refugiado polaco.
Se puede visitar la amplia sala de billar, el
despacho personal del maharajá y algunas de las suites reales; la del maharajá, por ejemplo, con su cuarto de baño
de mármol negro art decó refleja bien
el antiguo estilo de vida de los príncipes. Hay también un pequeño museo en el
que se exhiben algunas pertenencias de la familia real: muebles franceses,
piezas de porcelana, etc.
El actual maharajá vive en la primera planta
del palacio y el resto del edificio ha sido convertido en uno de los mejores
hoteles de lujo de la India.
MAHAMANDIR
El templo de Mahamandir fue el primer gran
edificio de Jodhpur que se construyó fuera de las murallas de la ciudad. Fue
necesario ceñirlo con una muralla fortificada, lo que da una idea de la
inseguridad que reinaba en Rajasthan a principios del siglo XIX. Es notable por
la abundancia de columnas talladas, un centenar en total. El templo fue
construido en honor del gurú Devnath y una orden de yoguis, y los murales de
las paredes del templo representan diversas posturas de yoga.
Mahamandir es un magnífico ejemplo de las
inquietudes artísticas y arquitectónicas de Jodhpur durante el reinado del rajá
Man Singh (1803-1843), un entusiasta mecenas de las artes.
ALREDEDORES
DE JODHPUR
Situada a unos ocho kilómetros de Jodhpur en
dirección norte, Mandore era la antigua capital de los maharajás de Marwar,
pero fue sustituida por la seguridad que proporcionaba el fuerte de Mehrangarh.
En ella se pueden contemplar los dewal o
cenotafios, de los antiguos príncipes de Jodhpur. A diferencia de los
cenotafios en forma de chhatri de
Rajasthan, estos están construidos siguiendo el modelo de los templos hindúes,
con cuatro plantas, hermosas columnas y una elegante aguja, todo ello de
arenisca roja. El dewal más
impresionante es el del maharajá Ajit Singh (1725-1750). Estos cenotafios están
ubicados en unos hermosos jardines. Cerca de allí se encuentra la llamada “sala
de los héroes”, dedicada a diversas divinidades y héroes legendarios rajputs, cuyas estatuas ecuestres están
talladas en la roca y pintadas de brillantes colores. A continuación está la
sala más grande conocida como “el templo de los trescientos millones de dioses”
y repleta de imágenes vivamente coloreadas de diversos dioses hindúes. Subiendo
por la colina se llega a las ruinas de Mandore, con su antiguo palacio. Vale la
pena visitar los hermosos cenotafios de
las maharanís, que se encuentran ligeramente apartados, sobre unas
rocas.
Balsamand es otro hermoso palacio de recreo
de los maharajás que se encuentra a seis kilómetros de Jodhpur y constituye un
auténtico oasis en el desierto. El palacio propiamente dicho, que está situado
a orillas de un lago creado en el siglo XII, se construyó a finales del siglo
XIX. La fachada de arenisca roja está tallada con motivos tradicionales
hindúes, pero los interiores son claramente europeos. Alrededor del palacio hay
un agradable jardín y un pequeño refugio de aves.
Alrededor de Jodhpur se encuentran
diseminadas las pintorescas aldeas de la comunidad Bishnoi. Merecen una visita
no sólo por su arquitectura popular, sino también por la oportunidad que
brindan de observar de cerca su fascinante modo de vida rural.
En la imagen que normalmente se tiene de una
tierra árida no caben ni los lujosos palacios ni los idílicos lagos. En un
desierto no son imaginables las pinturas al fresco ni los templos de mármol.
Tampoco los hombres tocados con brillantes y coloristas turbantes o las mujeres
de delicada belleza. Y sin embargo, el estado desértico de Rajasthan tiene
exactamente todas estas cosas y mucho más. Los visitantes pueden contemplarlo a
lomos de elefantes enjaezados que recuerdan fastos imperiales de otros tiempos
o vivir en magníficos hoteles construidos por los que se consideraban hijos del
sol y la luna. Todo ello es posible en Rajasthan y muy especialmente en
Jodhpur, tierra de de mil historias y personajes rodeados de ensueño y
fascinación, de guerreros y maharajás. Es este el corazón de la India en el que
brilla con luz propia el esplendor de antaño y seduce con templos, fortalezas y
palacios de inusitadas estructuras que rezuman la fragancia de los perfumes más
excitantes y sofisticados, y en cuyo interior existen lujos inimaginables con
el mayor refinamiento oriental.
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