VERANO EN MALLORCA - 2




Mallorca tiene 554 kilómetros de costa, posiblemente los más visitados del Mediterráneo dada la gran afluencia de turistas que visitan la isla y donde el “moreno” en la piel es el souvenir más buscado y llevado a los países de procedencia. Este litoral de la mayor de las Baleares cuenta con alrededor de 208 playas registradas, pero si el visitante se hace amigo de un residente, seguro que acabará llevándole a un centenar más de lugares increíbles con acceso al mar, que desconocidos para la mayoría suponen una playa más y al alcance de solo unos pocos.
Pero Mallorca no sólo son playas, es más, mucho más. Siguiendo el recorrido que iniciamos en la anterior edición de TIEMPO DE VIAJAR, en el presente número de nuestra revista proponemos al lector seguir visitando desde la Colonia Sant Jordi hasta Valldemossa, pasando por Santanyí, Pollença, Muro, Inca, Manacor, Felanitx…

COLONIA DE SANT JORDI : UN ANTIGUO PUERTO DE PESCADORES
 La Colonia de Sant Jordi pertenece al término municipal de Las Salinas (este nombre proviene de las mismas salinas utilizadas ya por los romanos que se encuentran en la Colonia) y está situada al sureste de la isla, entre los pueblos de Campos y Santanyí.
Nacida como un pequeño puerto de pescadores, actualmente es una conocida turística, la Colonia de Sant Jordi, que se extiende sobre las fabulosas playas de: Els Estanys, Puerto, Es Dolç, Es Carbó, Ses Roquetes y Sa Punta Negra. Dicho núcleo hoy en día es un centro turístico de gran auge, perteneciente al municipio de Ses Salines.
Cuenta con un puerto deportivo desde donde parten excursiones diarias a la cercana isla de Cabrera para visitar el Parque Nacional Marítimo-Terrestre del Archipiélago de Cabrera.
El Centro de Interpretación sobre el parque nacional de Cabrera se encuentra en la Colonia de Sant Jordi que es geográficamente el punto más cercano a la isla de Cabrera. Con su visita, pueden conocerse todas las especies marinas y terrestres que viven en el archipiélago de Cabrera, así como lo que supuso su historia para la cultura mediterránea.
Las Salinas de Sa Vall o de la Colonia de Sant Jordi son las segundas más antiguas del mundo (siglo IV a.C.) puesto que su explotación fue iniciada por los mercaderes púnicos. La sal continuó siendo el principal motivo de interés para los romanos, bizantinos, árabes y cristianos. Estas mismas fuentes salineras, por su importancia pueden explicar el origen etimológico del municipio. Su extracción todavía se lleva a cabo con los métodos tradicionales, durante el mes de agosto.
Cabe destacar como monumentos históricos los vestigios de poblados prehistóricos y protohistóricos: Talaia Joana y Es Talaiots de Na Mera, Es Mitjá gran, Els Antigors, etc. Los Talaiots (siglo IX a.C.), monumentos megalíticos de la cultura del bronce, son indicios del origen de la agricultura y ganadería de Ses Salines que han perdurado hasta nuestros días. También los restos púnicos en la isla de Na Guardis, así como restos de embarcaciones romanas cerca de la costa.

FELANITX : UN NÚCLEO CUAJADO DE HISTORIA
Felanitx está situado en el sudeste de Mallorca, entre los términos municipales de Santanyí, Campos, Manacor y el Mediterráneo. Tiene una extensión de 171,67 kilómetros cuadrados y una población de unos 20.000 habitantes.
Dentro de los límites del término municipal se encuentran los núcleos de población de Felanitx, Cas Concos des Cavaller, Es Carritxó, s’Horta, Portocolom, Son Valls, Son Mesquida, Son Negre, Son Prohens y Cala Ferrera/Cala Serena.
Son visitas recomendadas la plaza de la Font de Santa Margalida, situada frente a la iglesia parroquial de San Miguel, el edificio del mercado municipal y el santuario de San Salvador, excursión casi obligada cuando se pasa por Felanitx, es, a su vez, un excepcional mirador, contemplándose desde este templo una panorámica maravillosa que abarca desde la costa del levante mallorquín hasta las tierras del interior. El ritual exige que al llegar a la cima, sobre todo si se ha subido andando, se debe beber agua de la cisterna del patio, situado delante de la entrada.
El Castillo de Santueri, uno de los tres castillos construidos sobre roca que se conservan en Mallorca. Esta fortificación de la Edad Media, ya documentada en el año 1228, está ubicada en un lugar estratégico del sureste de Felanitx, sobre unas colinas de 408 metros de altitud, con una superficie de 426 hectáreas y compuesto por torres, murallas y colinas. El rey Jaime I conquistó este fortín defensivo a los musulmanes el año 1231. Durante el siglo XIV se realizaron grandes obras de restauración y reforma. Durante los años 1521-1523 sirvió como refugio de los mascarados.
El Estado español lo vendió el año 1811 a un particular. Un castellano regía este castillo, teniendo bajo su mando una guarnición que oscilaba alrededor de una treintena de soldados, según fuera época de paz o de guerra.
El Calvario (sólo accesible a pie desde el centro de Felanitx, calle Call). Felanitx cuenta desde mediados del siglo XIX con el camino que asciende al oratorio, situado en el monte Call, al cual se puede acceder desde la calle del mismo nombre, donde empieza la subida. Sin duda, una de las vistas más emblemáticas de la villa, especialmente por la magnífica panorámica de la ciudad de Felanitx. La calle del Call es una de las más antiguas de la ciudad, datada de 1554.
Els Clossos de Can Gaia (en Portocolom). Las excavaciones arqueológicas han sacado a la luz este poblado prehistórico pre-talayótico de nueve navetas (planta rectangular, paredes de piedras y cobertura a base de vegetación y arcilla).
Uno de los mayores atractivos del municipio es Portocolom, uno de los mayores puertos naturales de la isla, donde se disfruta del típico encanto marinero de un enclave de pescadores. Destaca por su faro y sus playas de arena fina.
Felanitx se encuentra a unos 50 kilómetros de Palma, accediéndose por la autopista de Santanyí dirección Lluchmajor y Campos.

INCA : CORAZÓN DE MALLORCA
Más allá del sol, de la playa y del tumulto de la Mallorca más turística y conocida mundialmente podemos encontrar otra isla, la que encierra en si misma las esencias de una cultura milenaria que se ha enriquecido de las civilizaciones más diversas que han pasado por esta tierra.
En el corazón de la isla late con fuerza una ciudad que mantiene con orgullo las raíces de un pasado industrial y trabajador y que ofrece al visitante una comunión perfecta entre pasado y presente.
Inca extiende sus brazos al pie de la Serra de Tramuntana como la capital de comarca que históricamente ha sido, un papel que hoy día ejerce con más fuerza que nunca, hecho que le ha servido para reunir una gran variedad de equipamientos y servicios públicos.
Ubicada en un cruce de caminos. Inca ha desarrollado un instinto comercial histórico. El comercio forma parte de las raíces de una ciudad que nos abre actualmente un centro urbano en el que se ha desterrado parcialmente el automóvil y del que se puede disfrutar paseando tranquilamente sin prisas. Callejear por el entramado urbano de Inca se puede convertir en un placer sobre todo si el visitante gusta del redescubrimiento de aquel comercio, selecto, tradicional y amable que ha desaparecido mayoritariamente de nuestras ciudades.
Conjugando esta renovada imagen urbana pensada por y para las personas, se puede encontrar, insertados como por arte de magia, edificios de un valor histórico preeminente y de una innegable belleza. El paso de la historia ha dejado ejemplos arquitectónicos magníficos y que se tienen que admirar. El claustro de Santo Domingo, hoy día restaurado como centro cultural, la iglesia de Santa María la Major, el claustro de Sant Francesc o el convento de Sant Bertomeu, donde aún pervive una comunidad de religiosas de clausura, son rincones que no se deben dejar de visitar.
No se puede ni se debe obviar que Inca es una de las cunas gastronómicas de la Mallorca interior. La oferta de restauración es amplia y variada, pero vale la pena especialmente aventurarse en uno de los típicos cellers, antiguas bodegas, algunas con siglos de antigüedad, restauradas a la perfección para albergar los más típicos restaurantes.
Inca ha sido y aún quiere ser la ciudad de la piel y el calzado. No en vano en la ciudad se ubican las sedes de buena parte de las marcas de calzado más importantes del mundo. Todas ellas rivalizando en calidad y diseño. Nadie puede escapar de Inca con un par de zapatos de souvenir.
Inca es una ciudad vida, activa y cercana a cualquier rincón de la isla. Las excelentes comunicaciones varias permiten llegar a Inca desde Palma o desde cualquier zona turística de Alcúdia en apenas quince minutos. Compras, patrimonio y gastronomía son motivos más que sobrados para acercarse al denominado como corazón de Mallorca.

LLUCMAJOR : GRAN BELLEZA NATURAL Y ARTÍSTICA
Tiene más de 45 kilómetros de costa y cuenta con gran diversidad de playas. Desde Cala Blava se puede acceder a zonas de baño rocosas y tranquilas, es una zona residencial a partir de la cual la costa acantilada del sur mallorquín empieza a ganar altura hacia el Cap Enderrocat.
Otra playa destacada es la de Cala Pi, una de las más hermosas de Mallorca de fina arena y desnivel poco pronunciado, sus aguas son cristalinas de colores vivos. Por encima de sus varaderos de barcas se encuentra un sendero que conduce a Cala Beltrán, esta pequeña playa de arena no está urbanizada, y resulta ideal para quienes buscan lugares tranquilos. S’Estanyol es una preciosa playa de arena y cantos rodados, situada en el paraje natural de s’Estalella, en la desembocadura del torrente de Garonda.
El centro de Llucmajor concentra el patrimonio histórico-artístico de la ciudad. Aquí se encuentran la mayor parte de las casas señoriales, que junto a la iglesia de San Miguel, el Ayuntamiento y el Convento de San Buenaventura forman un atractivo itinerario turístico-cultural.
Uno de los monumentos más visitados es el dedicado al rey Jaime III, que está situado en un paseo que lleva el mismo nombre. La plaza Des Sabater se encuentra muy cerca y los visitantes pueden ver S’Abeurador Rodona, una fuente de piedra caliza, que tiene tres metros de diámetro.
El centro neurálgico de la ciudad es la plaza de España, en ésta se encuentra el Ayuntamiento, un edificio que data de 1882. Frente al Ayuntamiento se puede observar la iglesia parroquial de San Miquel, el edificio más emblemático de la ciudad y segunda iglesia más grande de Mallorca tras la Catedral de Palma. Junto al templo se puede visitar la Casa Rectoral, una casa señorial del siglo XVIII con un gran reloj de sol en la fachada. Los relojes de sol son un elemento representativo de Llucmajor, ya que es uno de los municipios que tiene mayor número de relojes de sol de toda Europa.

MANACOR : SEGUNDO MUNICIPIO MALLORQUÍN EN SUPERFICIE
Lo forman las localidades de s’Illot, Porto Cristo, Cala Anguila, Cala Mendia, s’Estany d’en mas, Cales de Mallorca y Cala Murada, y las del interior, Son Maciá y Son Negre. La capital, del mismo nombre que el municipio, es centro industrial, comercial y cultural del levante de la isla. Desde 1912 posee el título de ciudad.
El municipio combina la industria del mueble y la fabricación de perlas artificiales con la explotación del turismo, tanto de interior como costero y cuenta con una importante oferta de establecimientos dedicados al turismo rural que atraen a un turista de calidad, respetuoso con el medio ambiente, ávido de conocer el maravilloso entorno, sus gentes, costumbres y tradiciones.
El paisaje litoral de una gran belleza extrema e inalterable, con una gran diversidad de flora y fauna ofrece al visitante un conjunto de calas vírgenes muy hermosas. No falta en su costa playas de arenas blancas y cristalinas.
Entre las visitas recomendadas cabe destacar la iglesia neogótica Nostra Senyora dels Dolors, el claustro del convento de Sant Vicenç Ferrer (declarado Monumento Nacional del siglo XVII), el Museo de Historia de Manacor en la Torre dels Engistes (siglo XIII), la institución Mossèn Antoni María Alcocer y el recién restaurado molino harinero, Molí d’en Fraret, sede de la sección etnográfica del Museo de Historia.

MURO : UN PEQUEÑO PARAÍSO
Con una situación geográfica extraordinaria, en el nordeste de la isla de Mallorca, Muro tiene una franja litoral de visita obligada que ocupa una gran parte de la bahía de Alcudia. Sus aguas cristalinas y el entorno natural que la rodea, grandes arenales de arena dorada y fina, con tramos de pinares que al interior se van transformando en garrigas y alcinares, hacen de ésta un verdadero paraíso que alberga la zona protegida de Es Comú y el Parque Natural de s’Albufera (más de 2.500 hectáreas de humedales y uno de los ecosistemas con mayor diversidad de las islas).
De la costa a la villa: ofrece diversos paisajes típicos de la zona rural mallorquina. En tierras de secano con sus casas de possessió, o en tierras de regadío con sus molinos de viento, adornan el camino hacia la villa, sin olvidar la canteras de marés, testimonio de un oficio durante siglos. La extracción de esta preciada piedra ha dejado multitud de ejemplos en las casas, iglesias e incluso en una plaza de toros única en el mundo, conocida como “La Monumental de Muro”. Las preciosas vistas del pasaje de Sa Riba y el campanario de la iglesia parroquial dan la bienvenida a un pueblo lleno de rincones con encanto por explorar.
Muro en su totalidad es una buena fórmula para deleitarse de la cultura, el ocio, la naturaleza, el relax, la diversión, el deporte y la gastronomía. Además de disfrutar del sol y la playa, también se pueden practicar multitud de deportes náuticos, gozar de estupendos itinerarios a pie o ciclo-turísticos, tanto por rutas que discurren cerca del mar como por las que se adentran al interior de la isla, aprovechar las modernas y variadas instalaciones deportivas o simplemente degustar algún plato exquisito o un dulce tradicional de la cocina mallorquina.

POLLENÇA : GRAN DIVERSIDAD DE HÁBITATS LITORALES
Pollença, Port de Pollença, Cala Sant Vicenç y Formentor constituyen una de las zonas más bellas de la isla, y sin lugar a dudas un lugar muy atractivo para visitar en cualquier época del año.
El municipio de Pollença ofrece a todos los visitantes la posibilidad de disfrutar de un paisaje de mar y montaña y de una amplia oferta cultural y de servicios.
El sol y la playa no son los únicos alicientes que ofrece a residentes y visitantes. Pollença cuenta con una amplia bahía de aguas tranquilas, con cómodas playas y también con pequeñas calas de aguas calmas y transparentes como cala Bóquer, cala Figuera o cala Murta. Pollença tiene pequeños montes como el del Calvario, el de Santuïri, el Puig de María o el de Almadrava y montañas de considerable altura como el Tomir, el Puig Gros de Ternelles o el Puig del Ca, entre los que podemos encontrar rincones paradisíacos como la Cala San Vicenç y Formentor.
Todo el término municipal posee una gran diversidad de hábitats litorales de diferentes tipologías (arenosos, pedregosos, de acantilados, islotes costaneros), zonas húmedas (l’Albufereta, la Gola), sistemas agrícolas (cereales, frutales), pastos naturales, garriga, grandes masas forestales (pinares y encinares) o zonas de alta montaña, que proporcionan una elevada diversidad de comunidades vegetales y favorecen la presencia de una gran variedad de especies de pájaros. Si a todo ello le sumamos que Pollença está estratégicamente situada en el centro de las principales rutas migratorias, el resultado es que nos encontramos ante uno de los mejores parajes de las Baleares para acoger una excelente fauna ornitológica.
Pollença también ofrece al visitante un atractivo especial que puede descubrir haciendo un recorrido por el casco urbano; la tradición, la historia, la arquitectura y la cultura son algunos de los ingredientes básicos para que el visitante pueda conocer todo el municipio. Emblemáticos lugares como el Calvario o el Puente Romano, el interesante museo, el Festival de Pollença, las numerosas exposiciones de arte… llenan de de atractivo la visita al núcleo de este municipio.
El Port de Pollença conserva la personalidad propia de una zona privilegiada, con su extenso paseo marítimo y las amplias playas. Su bahía mantiene una intensa actividad de deportes náuticos.
La Cala San Vicenç está formada por un conjunto de preciosas calas (Cala Barques, Cala Clara, Cala Molins y Cala Carbó) situadas a pie del Cavall Bernat y por el conjunto de cuevas prehistóricas del Alzinaret.
Formentor, escenario de inspiración de artistas, con el Mirador de Colomer, la Playa de Formentor y, por supuesto, el Faro. Está constituida por las últimas estribaciones de la Sierra de Tramuntana.
Formentor ofrece muchas calas y rincones de gran belleza.

SANTANYÍ : UNA DE LAS ZONAS MÁS CÁLIDAS DE LA ISLA
Se trata del municipio más meridional de la isla de Mallorca y pertenece a la comarca del Migjorn, limitando con las localidades de Ses Salines, Campos y Felanitx
Goza de un microclima muy característico y ello lo convierte en una de las zonas más cálidas de la isla.
Las playas del municipio son de gran belleza al mantener un paisaje de rocas y vegetación propio del Mediterráneo. Las playas de Cala Gran, sa Font de n’Alis (Parque Natural de Mondragó) y Cala Santanyí, hayan sido merecedoras año tras año, de la Bandera azul que otorga la Comunidad Europea, además de los puertos de Cala D’Or y Cala Figuera.
Otras playas dignas de mención son: Cala Esmeralda, Cala Llombards, S’Ama-rador y otras playas vírgenes como s’Almoina, Son Moja, Caló des Moro, Cala Mármols, entre otras que pueden encontrarse caminando por la costa o navegando en barco.
Los mercados semanales son objeto de visitas turísticas por su gran importancia. Los mercados de Santanyí se han consolidado como un referente en la comarca del Migjorn.
El municipio de Santanyí cuenta con un importante patrimonio arquitectónico y natural: yacimientos arqueológicos de las épocas pre-talayótica; edificios de gran importancia como: la Porta murada; sa Torre Fessa; es Fortí y el Oratorio de Consolació. La parroquia de Sant Andreu conserva la antigua capilla del Roser y cuenta con un museo eclesiástico. Esta iglesia alberga uno de los órganos más importantes de la isla, construido en 1762 por el maestro Jordi Bosch.

SÓLLER : CON LA SERRA DE TRAMUNTANA DE TELÓN DE FONDO
Situada al noroeste de la isla de Mallorca y a escasa distancia de Palma (apenas 24 kilómetros), la situación de Sóller es realmente privilegiada, en un fértil valle que mira al Mediterráneo y que tiene la impresionante Serra de Tramuntana como telón de fondo. Al suroeste y al noroeste limita, respectivamente, con los pintorescos pueblos de Deiá y Fornalutx.
Puede accederse a través del túnel de pago que cruza bajo las montañas. Sigue también en uso la antigua carretera del Coll, que alarga el viaje, pero ofreciendo a cambio unas vistas impresionantes del valle. Finalmente, otra forma de acceder al valle es utilizando el histórico ferrocarril de Sóller que desde 1912 realiza el trayecto a Palma. El trayecto se completa con el tranvía, inaugurado en 1913, que une Sóller con su puerto.
El entorno de Sóller es de una gran belleza paisajística y ecológica, ya que combina costa, valle y montaña.
Las montañas de Sóller son idóneas para pasear o ir de excursión, especialmente en los meses de otoño y primavera. Existe una red de antiguos caminos de montaña, muchos de ellos empedrados, que unen Sóller con los pueblos vecinos y con lugares de interés dela zona.
La bahía del puerto de Sóller es realmente excepcional, ya que su forma tan cerrada la convierte en la única ensenada protegida de este tramo de costa, perfecta como refugio para embarcaciones y con una de ls pocas playas de arena de este litoral mallorquín.
Sóller es también rico en cultura. Aquí el visitante encontrará varios museos y un jardín botánico, a lo que hay que sumar una herencia arquitectónica muy rica con edificios que tienen sus orígenes en el siglo XIV o incluso antes y un buen número de casas de estilo modernista. Destaca la iglesia parroquial de San Bartolomé, en la plaza de la Constitución.

VALLDEMOSSA : UN RINCÓN APACIBLE Y ROMÁNTICO
Valldemossa está localizada en un emplazamiento elevado y forma parte del valle de la Sierra de Tramuntana, repleto de olivos y almendros. Es rica en manantiales y está rodeada de una abundante y frondosa vegetación. El núcleo de Valldemossa no es tan conocido por el turista, que suele conformarse con visitar la Cartuja y con las demostraciones folklóricas. Sin embargo, es muy recomendable pasear tranquilamente por sus callejuelas y plazas y fijar la atención en los pequeños detalles de su arquitectura popular.
El pueblo está situado únicamente a 17 kilómetros de Palma, pero la sensación de lejanía es muy grande. Es una localidad que tiene un aire irreal a medida que nos aproximamos por la carretera principal. Se encuentra a 400 metros sobre el nivel del mar, la silueta de la Cartuja preside un paisaje de gran bucolismo y la serenidad de esta estampa se transmite también en sus callejuelas y en sus casas
Su atracción principal en la Cartuja, un antiguo monasterio que en sus orígenes fue residencia real y habitado por monjes cartujos dese el año 1399 hasta su exclaustración en 1835. Es muy conocida por la estancia de la pareja romántica integrada por el músico Federico Chopin y George Sand en el invierno de 1838-39. Ésta escandalizó a los mallorquines de su tiempo, que no aceptaron ni la extraña relación que los artistas mantenían,  ni la tuberculosis del músico, ni las maneras de vestir y comportarse de Aurore Dupin, el verdadero nombre de George Sand. En la llamada celda de Chopin, se conserva uno de los pianos del genial compositor.
Sus museos albergan el legado histórico-artístico de los cartujos; recuerdos de la romántica pareja y muestra de arte y cultura del siglo XV al XX.
A pocos metros hay una farmacia del siglo XVII, donde se exponen curiosos preparados médicos y en su claustro del siglo XVI se celebra en verano un festival de piano. En otras celdas de la Cartuja se muestran colecciones de artesanía, xilografías o cartografía antigua de la isla. Vale la pena sugerir la visita a la casa natal de Santa Catalina Thomas y la iglesia del siglo XIII, reformada en el XVIII.
A 5 kilómetros de la localidad se encuentra Miramar, la antigua residencia del Archiduque Luis Salvador de Austria. Miramar es famoso porque allí instaló Nicolau Calafat la primera imprenta que hubo en la isla. También Ramón Llull creó el primer colegio de lenguas orientales.
La gastronomía de Valldemossa destaca por la caza del tordo, que ha sido una actividad frecuente para sus habitantes. Muchos de sus mejores platos gastronómicos estaban basados en el guiso de esta ave, aunque en la actualidad la caza con redes está severamente limitada y los restaurantes de la zona raramente ofrecen este plato a sus clientes. Algunos platos destacados son el lomo y la perdiz con col.
Sin lugar a ningún género de dudas, una detenida visita a un lugar tan romántico como Valldemossa es el mejor punto final para este recorrido por la isla de Mallorca que hemos ofrecido como un reportaje muy especial en nuestras páginas y a lo largo de todo este verano.

(Ver interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)