EL ESCORIAL




San Lorenzo de El Escorial es una de las más singulares obras arquitectónicas de estilo renacentista en España y un extraordinario complejo de palacio, basílica y monasterio. El palacio fue residencia de la familia real española, la basílica es lugar de sepultura de los reyes españoles y el monasterio -fundado por los monjes jerónimos- está ocupado actualmente por frailes de la Orden de San Agustín.
Ocupa una superficie de 33.327 metros cuadrados, sobre la ladera meridional del monte Abantos de 1.028 metros de altitud, en la sierra de Guadarrama.
Fue ideado en la segunda mitad del siglo XVI por el rey Felipe II y su arquitecto Juan Bautista de Toledo, aunque con posterioridad también intervinieron Juan de Herrera, Juan de Mijares, Giovanni Battista El Bergamasco y Francisco de Mora.
Cuando Felipe II levantó este monasterio se propuso en un principio que fuese un edificio en el que se acogiesen los restos mortales de su padre, Carlos V, y de la familia real. Para su custodia y sufragios puso una comunidad de monjes jerónimos que elevasen sus preces a Dios en acción de gracias y en súplicas por el eterno descanso de la familia real. Poco a poco, según se fue levantando el edificio, se fueron forjando nuevos objetivos, como ser residencia real, centro de cultura, seminario de estudios, talleres de oficios, hospedería, hospital… Y todo bajo un común denominador: “que todo estuviese bajo razón”.
La Carta de Fundación firmada por Felipe II el 22 de abril de 1567, cuatro años después del inicio de las obras, señalaba que el monasterio estaba dedicado a San Lorenzo, pero sin expresar directamente la batalla de San Quintín (en la que las tropas españolas al mando de Filiberto de Saboya derrotaron a las francesas cerca de París), probablemente para evitar el citar una guerra como motivo de fundación de un edificio religioso. Las llamadas “consideraciones” que mencionó el rey fueron el agradecimiento a Dios por los beneficios obtenidos, por mantener sus reinos dentro de la fe cristiana en paz y justicia, para dar culto a Dios, para enterrarse en una cripta el propio rey y todos sus descendientes, y finalmente donde se dieran continuas oraciones por sus almas.
En la actualidad hay una treintena de religiosos agustinos que siguen siendo el alma de este edificio, siempre fieles a las pautas establecidas por Felipe II: buscar en todo la armonía entre razón y fe, cultura y religión.
Vale realmente la pena asomarse al conocimiento de este monasterio y contemplar con ojos limpios las maravillas que encierra, revitalizadas con las múltiples actividades que en él se desarrollan.
Considerado, desde finales del siglo XVI, la Octava Maravilla del Mundo, tanto por su tamaño y complejidad funcional como por su enorme valor simbólico, su arquitectura marcó el paso del plateresco renacentista al clasicismo desornamentado. Obra ingente, de gran monumentalidad, no sólo es un edificio de perfecta traza, sino también un enorme receptáculo de las demás artes.
Sus pinturas, esculturas, cantorales, pergaminos, ornamentos litúrgicos y demás objetos suntuarios, sacros y áulicos hacen que El Escorial sea también un museo. Su compleja iconografía e iconología ha merecido las más variadas interpretaciones de historiadores, admiradores y críticos. El Escorial es la cristalización de las ideas y de la voluntad de su creador, Felipe II, un rey renacentista.
Para comprender El Escorial hay que verlo y vivirlo despacio y sin prejuicios.

CRONOLOGÍA DEL REAL MONASTERIO
1557 - Victoria sobre los franceses en la batalla de San Quintín.
1558 - El emperador Carlos V muere en el monasterio de Yuste (Cáceres), cambiando en su testamento su deseo de ser enterrado en Granada por la petición a su hijo de crear un edificio para su tumba. Felipe II designó una comisión multidisciplinar (médicos, arquitectos, canteros, etc.) para buscar el emplazamiento más idóneo en la sierra de Guadarrama, el centro geográfico de la península Ibérica.
1559 - El 15 de julio el rey nombró arquitecto real a Juan Bautista de Toledo desde la ciudad de Gante y le encomendó la dirección de todas las obras de la Corona.
1560 - La comisión buscó diferentes alternativas para el emplazamiento del monasterio. En noviembre se eligió el emplazamiento actual, a apenas cincuenta kilómetros de Madrid, en las inmediaciones de la Fuente de Blasco Sancho, próxima a El Escorial -entonces una pequeña aldea de Villa y Tierra de Segovia- para construir el edificio. El paraje disponía de abundante caza y leña, aire y aguas de buena calidad y canteras de granito y pizarra en las proximidades.
1561 - Este año fue clave para la historia de El Escorial: El monarca trasladó la capital de España desde Toledo a Madrid. Encomendó al monasterio de El Escorial a los monjes jerónimos (tradicionalmente muy vinculados a la monarquía hispánica). Juan Bautista de Toledo empezó el diseño general del monasterio: la conocida como la “Traza Universal”.
1562 - Felipe II comenzó a adquirir los territorios colindantes para hacer del entorno del monasterio un híbrido de territorio de realengo y abadengo, donde se pudiera compatibilizar los usos recreativos, agropecuarios y cinegéticos.
1563 - En febrero se sumaron al proyecto, en calidad de adjuntos, Juan de Herrera y Juan de Valencia. El 23 de abril, festividad de San Jorge, se colocó la primera piedra del monasterio, en los cimientos del refectorio del convento, bajo la silla del Prior, en la fachada meridional.
1567 – Felipe II firmó el 22 de abril la Carta de Fundación y Dotación del monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Pocos días después, el 19 de mayo, tras la finalización de la fachada del Jardín de los Frailes, gran parte de las dependencias del monasterio y el Patio de los Evangelistas, murió Juan Bautista de Toledo.
1567 - 1569 - La dirección del proyecto palaciego y monacal quedó en manos de Giovanni Battista Castello El Bergamasco, autor de la escalera principal.
1572 - Juan de Herrera, con un protagonismo cada vez más creciente, asumió la reorganización del proyecto.
1584 - Fueron colocadas en la portada de la Basílica las estatuas de David y Salomón. El 13 de septiembre se dieron por finalizadas oficialmente las obras, bajo la dirección de Francisco de Mora, a pesar de no estar concluida la Real Basílica. Ésta se culminó en 1586 después de once años de construcción.
1814 - Superados los avatares de la Guerra de la Independencia, que supuso para el monasterio el saqueo y la exclaustración, regresaron los monjes de la Orden Jerónima. Con el restablecimiento de la Constitución de 1812 y el arranque del Trienio Liberal, volvieron a abandonar el monasterio la mayoría de los monjes entre 1820 y 1824. El 1 de diciembre de 1837 partieron los 150 monjes jerónimos tras entrar en vigor las brutales leyes desamortizadoras de los bienes eclesiásticos.
1885 – Después de dos intervalos en que lo ocuparon los Padres Escolapios (desde 1869 el Colegio, y entre 1872 y 1875 la custodia completa del monasterio) y otra vez los capellanes seculares, el rey Alfonso XII hizo entrega del monasterio a la Orden de San Agustín. Los agustinos viven en el monasterio en la actualidad.

SECCIONES DEL EDIFICIO
Las principales secciones en que se puede dividir este Real sitio son:
Biblioteca
Felipe II cedió a la Biblioteca del monasterio los ricos códices que poseía y para cuyo enriquecimiento encargó la adquisición de las bibliotecas y obras más ejemplares tanto de España como del extranjero. Fue proyectada por el arquitecto Juan de Herrera, cerrando el atrio de la Basílica y unificando la fachada principal, ya que Juan Bautista de Toledo la situaba en la desaparecida torre central de la fachada Sur. Herrera también se ocupó de diseñar las estanterías que contiene. Se ubica en una gran nave de 54 metros de larga, 9 de ancha y 10 metros de altura con suelo de mármol y estanterías de ricas maderas nobles primorosamente talladas.
Está dotada de una colección de más de 40.000 volúmenes de extraordinario valor.
La bóveda de cañón del techo de la biblioteca está decorada con frescos representando las siete artes liberales: Retórica, Dialéctica, Música, Gramática, Aritmética, Geometría y Astrología. Entre los estantes de libros se colgaron retratos de diversos monarcas españoles. Los frescos de las bóvedas fueron pintados por Pellegrino Tibaldi, según el programa iconológico del Padre Sigüenza.
Palacio de Felipe II
El también denominado “Palacio de los Austrias” ocupa todo el mango de la parrilla de El Escorial y parte del patio Norte, construido en dos pisos alrededor del Presbiterio de la Basílica y en torno al patio de Mascarones. Sigue el mismo esquema arquitectónico del Palacio de Carlos V en el monasterio de Yuste. En las dependencias privadas de los reyes se pueden contemplar importantes obras pictóricas de la escuela española de principios del XVII, de la escuela italiana y veneciana del siglo XVI, y de las escuelas flamencas del XVI y XVII, entre ellos Los pecados capitales de El Bosco.
Antes de las habitaciones reales se atraviesan otras dependencias como el Salón de Embajadores, con interesantes objetos expuestos: morteros del siglo XVII, una mesa con incrustaciones de marfil, dos relojes solares en el pavimento, dos sillas plegables de maderas chinas de la época Ming y los retratos de todos los monarcas de la Casa de Austria. Merecen especial mención las impresionantes puertas de marquetería, regalo del emperador Maximiliano II. Se expone también la supuesta silla-litera en la que Felipe II realizó su último viaje al monasterio aquejado de la gota.
La “Casa del Rey” está formada por una serie de estancias decoradas con sobriedad, ya que fue lugar de residencia del austero Felipe II. El dormitorio real, situado junto al altar mayor de la Basílica, cuenta con una ventana que permitía al rey seguir la misa desde la cama cuando estaba imposibilitado a causa de la gota que padecía. Está dividido en cuatro estancias: la sala principal, el escritorio, la austera alcoba y el lujoso oratorio.
Basílica
Precedida por el patio de los reyes, es el verdadero núcleo de todo el conjunto, en torno al cual se articulan las demás dependencias.
Cripta
Juan Gómez de Mora, según planos de Juan Bautista Crescenzi, reformó por orden de Felipe III la pequeña capilla funeraria de debajo del altar para albergar allí veintiséis sepulcros de mármol donde reposan los restos de los reyes y reinas de las Casas de Austria y Borbón, con sólo algunas excepciones.

Relicarios
Siguiendo uno de los preceptos aprobados por el Concilio de Trento referente a la veneración de los santos, Felipe II dotó al monasterio de una de las mayores colecciones de reliquias del mundo católico. La colección se compone de unas 7.500 reliquias, que se guardan en 507 cajas o relicarios escultóricos trazados por Juan de Herrera y la mayoría construidos por el platero Juan de Arfe y Villafañe. Estos relicarios adoptan las más variadas formas: cabezas, brazos, estuches piramidales, arquetas, etc. Las reliquias fueron distribuidas por todo el monasterio concentrándose las más importantes en la Basílica.
Convento
El monasterio propiamente dicho ocupa todo el tercio Sur del edificio. Fue ocupado originalmente por monjes jerónimos en 1567, aunque desde 1885 está habitado por los padres agustinos, de clausura. El recinto se organiza en torno al gran claustro principal, el Patio de los Evangelistas, obra maestra diseñada por Juan Bautista de Toledo y que constituye una de las mejores páginas de arquitectura del monasterio. Sus dos pisos están comunicados por la espectacular escalera principal, con las bóvedas decoradas por frescos de Luca Giordano.
El ambicioso programa pictórico de sus soportales fue iniciado por Luca Cambiaso y continuado por Pellegrino Tibaldi. En el centro del claustro se levanta un hermoso templete realizado en granito, mármoles y jaspes de diferentes colores sobre traza de Juan de Herrera. Las esculturas de los cuatro evangelistas fueron cinceladas por Juan Bautista Monegro de un solo bloque de mármol y sujetan un libro abierto con un fragmento de su Evangelio en la lengua que fueron escritos.
Junto a las Salas Capitulares, destaca también la Celda Prioral Baja, con un fresco en el techo sobre El Juicio de Salomón de Francesco da Urbino, recordando al prior la necesidad de un gobierno justo al frente del monasterio.
La sacristía, aún en uso, con la Adoración de la Sagrada Familia de Sánchez Coello. En la iglesia Vieja se conserva El Martirio de San Lorenzo de Tiziano, una de las obras maestras del renacimiento italiano, que Felipe II encargó para el retablo principal de la Basílica, pero que descartó por su oscuro colorido, poco visible a cierta distancia.
Escalera Principal
Sigue la típica tradición española de escalera imperial con un tramo principal dividido en dos a los lados a partir de la primera meseta, manteniendo el eje de simetría del convento y compatibilizando los tres pisos del Patio de los Evangelistas con los tres del convento mediante puertas discretas que permiten el paso a la zona más recogida y doméstica. Se suele atribuir a Bergamasco, aunque su proyecto fue modificado y desarrollado por Juan de Herrera.
Está decorada con frescos de Pellegrino Tibaldi, Luca Giordano y Luca Cambiaso, destacando La batalla de San Quintín y la Fundación de El Escorial en la que aparece Felipe II discutiendo las trazas del monasterio con Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera, junto al obrero mayor, el jerónimo Fray Antonio de Villacastín.
Salas Capitulares
Destinadas actualmente a pinturas, eran las salas donde los monjes celebraban sus Capítulos, especie de confesiones mutuas para mantener la pureza de la congregación. Desde tiempos de Velázquez, que intervino en su decoración, albergaron importantes pinturas. A pesar del traslado de muchas al Museo del Prado, actualmente se exhiben varias tan importantes como La Última Cena y un San Jerónimo de Tiziano y La túnica de José de Velázquez.
En febrero de 2009 se volvió a colgar en sus paredes el Martirio de San Sebastián de Van Dyck, recuperado dos siglos después de su sustracción durante la invasión napoleónica.
Su espléndida pinacoteca está formada por obras de escuelas alemana, flamenca, veneciana, italiana y española, de los siglos XV, XVI y XVII. Incluye diversas obras de Pieter Coecke, pintor predilecto de Felipe II, así como de El Bosco, una Adoración de los pastores de Tintoretto y la famosa Crucifixión (o Gran Calvario) de Roger van der Weyden.
Sala de las Batallas
Es otra de las joyas del monasterio. En esta gran galería de 60 x 6 metros, con 8 metros de altura, se representan en grandes pinturas al fresco algunas batallas ganadas por los ejércitos españoles. Su iconografía ha sido muy debatida, ya que no se representó la Toma de Granada, ni la Batalla de Lepanto, ni ninguna de las famosas victorias de Carlos V, pero sí la olvidada Higueruela (Granada 1431), San Quintín (Francia 1557) y Terceira (Azores 1582). Mientras que algunos creen que la sala se hizo para afirmar la fuerza y el poder del Imperio Español, para Henry Kamen la elección de San Quintín y de las otras dos batallas tan oscuras puede deberse a la falta de entusiasmo militar del rey y a su presencia dentro de un edificio religioso como agradecimiento a los favores divinos recibidos en las guerras en defensa del Catolicismo.
Museo de Arquitectura
Está situado en los sótanos del edificio, en la llamada por Juan de Herrera Planta de Bóvedas, y fue creado en el año 1963 como parte de las exposiciones del IV centenario de la colocación de la primera pioedra. En sus once salas se muestran las herramientas, grúas y demás material empleado en la construcción del monumento, así como reproducciones de planos, maquetas y documentos relativos a las obras, con datos muy interesantes que explican la idea y gestación del edificio.
Jardines de los Frailes
Mandados construir por Felipe II, que era un amante de la naturaleza, constituyen un lugar ideal para el reposo y la meditación. Es lugar de entretenimiento y estudio de los alumnos.
El rey concebía sus jardines como un espacio productivo donde cultivar hortalizas y plantas medicinales, pero también lo veía como una fuente de placer, con fuentes y flores. El monarca recopiló planos de jardines de Francia, Italia, Inglaterra y Países Bajos, contratando a los mejores jardineros, tanto extranjeros como españoles. Este austero jardín estaba originalmente repleto de flores, formando una especie de tapiz, por lo que fue comparado con las alfombras que se traían de Turquía o Damasco. También era un auténtico jardín botánico, con hasta 68 variedades diferentes de flores, muchas medicinales, y unas 400 plantas exóticas que se trajeron del Nuevo Mundo.
Al sudoeste del jardín se encuentra la Galería de Convalecientes, un espacio amplio, aireado y lleno de luz diseñado para el reposo de los enfermos.

PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
El 2 de noviembre de 1984, coincidiendo con la celebración del cuarto centenario de la colocación de la última piedra, el Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO, reunido en la ciudad argentina de Buenos Aires, inscribió el monasterio en la Lista del Patrimonio de la Humanidad como “El Escorial: Monasterio y Sitio”. Esta figura incluye el monasterio y otros enclaves de realengo como la Casita del Príncipe y la Casita del Infante, ambas diseñadas por Juan de Villanueva en tiempos de Carlos III.

“Nadie ve El Escorial sin llenarse de gloria, de orgullo nacional… Recuerda el poder, la riqueza, la civilización, los vastos conocimientos e influjo de esta gran nación en el siglo XVI… Excita la admiración y aun la envidia de las naciones extranjeras…”                 
                                                                              (José Quevedo)

(Ver interesante colección gráfica de este reportaje en GALERIA DE FOTOS)