MAS ALLA DEL PARAISO

L A    I S L A    D E    L O S    P A J A R O S

Múltiples estudios efectuados por expertos, viejas escrituras e infinidad de leyendas, revelan la posibilidad de que hace millones de años África y Asia estuviesen unidas formando un solo continente y el centenar de islas que componen las Seychelles podrían muy bien ser los fragmentos dispersos de aquella tierra desconocida ¿o acaso era este el auténtico jardín del Edén?
Un lugar donde el tiempo se detuvo hace siglos y en el que ninguna isla se parece a la otra, cada una tiene sus peculiares características que la distinguen del resto y quizá en ello radique su singular belleza. Ni siquiera la más desbordante imaginación sería capaz de reflejar tan insólita expresión de luz y color y, sin embargo, no se trata de ninguna ficción sino de una palpable realidad, están ahí, existen y como arrancadas de un fantástico libro de aventuras, todas y cada una de las islas de este maravilloso archipiélago se muestran accesibles para quien huyendo de la civilización, pretender transformar sus vacaciones en un sueño inolvidable.
El viajero que deja atrás su abigarrado entorno habitual, bien pronto se percata de la transformación que experimentará en lo sucesivo y antes de aterrizar ya queda sugestionado por el notable contraste de las playas, el verdor de la lujuriosa vegetación y el cristalino azul de un mar inigualable.
A la inversa de como sucede con el principal grupo de islas que son graníticas, la formación de Bird es de coral y como su propio nombre indica es la isla de los pájaros, un santuario donde anidan las más llamativas especies en determinadas épocas del año, desde el precioso Cardinal de cuerpo rojo, hasta la Fregate, la Sterne Fuligineuse de diferentes tonalidades o la denominada golondrina de las Seychelles, las cuales proceden generalmente de Europa y van en ruta hacia Australia y Nueva Zelanda, todo un abanico multicolor cuyos graznidos vienen a truncar el absoluto silencio que reina en el seductor entorno paradisíaco. Los pájaros, que habitualmente confiados no extrañan la presencia humana, revolotean en todas direcciones y son capaces de posarse a los pies e incluso sobre los bungalows. Al anochecer y después de pasarse la jornada buscando su comida en alta mar, auténticas bandadas giran alrededor de la isla buscando una ubicación. Un espectáculo realmente singular.
Sin embargo, Bird no es sólo la isla de los pájaros ya que, resulta frecuente el encuentro con pequeños lagartos o mejor sería decir simpáticas lagartijas de un color verde intenso, cuando se atraviesan los parajes de exuberante vegetación. Y a partir de media tarde, cuando la marea es baja, las arenas de la playa suelen cubrirse de cangrejos. Ellos son la única fauna de la isla, exceptuando unos ejemplares de la tortuga Esmeralda, las mayores que se conocen en nuestro planeta.
Después de un vuelo de apenas media hora desde Mahé, la isla principal, una pequeña avioneta de Air Seychelles traslada al viajero hasta este recóndito lugar, en un extremo del archipiélago, un mundo natural como pocos, un enclave privilegiado en el que apenas si existen dos docenas de bungalows, completamente virgen y cuyo encanto supera todo lo imaginable, a miles de kilómetros del resto del mundo.
En el conjunto de las Seychelles convive una diversidad humana realmente singular, la mayoría descendientes, sin duda, de antiguos colonos franceses, de sus esclavos negros, de los árabes que llegaron en oleadas a sus costas, de los indios siempre omnipresentes en todo el océano Indico, e incluso de una minoría de comerciantes chinos, sin embargo, en Bird no puede apreciarse esta realidad étnica dado que es de propiedad particular y sólo su dueño, un moderno Robinsón, junto con los pocos sirvientes nativos que atienden los bungalows son los únicos habitantes de la isla, lo que, por otra parte, significa que a diario puede pasearse rodeado de la más absoluta tranquilidad por el litoral (recorrer Bird cuesta apenas 45 minutos) o bien adentrarse entre la vegetación que bordea la playa completamente en solitario.
El clima es tropical pero suave, la temperatura rara vez resulta inferior a los 26º y habida cuenta de que todo el archipiélago se encuentra por debajo del cinturón de los ciclones, las tormentas y los vientos no son frecuentes. De Noviembre a Abril es el periodo más húmedo y caluroso, mientras que de Mayo a Octubre se experimenta un ligero descenso de las temperaturas y la brisa algo más refrescante provoca un cambio sumamente agradable.
Existen las más variadas opciones de placer, tanto para quienes gustan de disfrutar de las solitarias playas, para lo cual disponen de enormes extensiones de blanca y fina arena que invita después a zambullirse en las cálidas aguas del Indico, como para los amantes de bucear en los excepcionales fondos marinos. Muy a pesar de que las profundidades pueden incluso superar los 2.500 metros y de ahí que sea factible la presencia de grandes depredadores como el tiburón, no hay por qué preocuparse ya que en torno a Bird Island existe una barrera coralífera de protección, lo cual supone toda una garantía.
En Bird Island sólo hay unos fantásticos bungalows, quien pretenda hallar en ella vida nocturna no la encontrará, el bullicio y el rutilante ambiente musical queda para las excepcionales instalaciones hoteleras de Mahé, ni tampoco podrá el viajero hacerse con los clásicos souvenirs para turistas aunque sí tendrá la opción de adquirir las creaciones artesanales realizadas por los nativos, sortijas y pendientes de madreperla, collares de coral, estuches y bastones esculpidos en maderas típicas, bellos y sencillos recuerdos de una estancia, sin duda, inolvidable.
A la hora de hablar de gastronomía, lógicamente hay que hacer hincapié en que el visitante no debe marchar de las islas Seychelles, donde encontrará todo tipo de cocina internacional, sin antes saborear los deliciosos platos criollos.
A miles de kilómetros de la civilización, donde los vientos duermen y el hechizo del mar en calma ofrece una sensual invitación a los buscadores de placer, Bird, la isla de los pájaros, olvidada en la inmensidad del Indico y como una auténtica explosión de la naturaleza, evoca mil fantasías de evasión y atrae con su magia indescriptible al viajero ávido de relajación rodeado de la salvaje belleza de la isla.